Ayer, último domingo de Julio, otra vez el día dedicado a los papás. Taita, papá, papi, papito, pai, pa, el viejo o como los tiempos moldeen el término, representa el ente masculino cabeza de familia, con las infinitas tonalidades que el modernismo impone. Al margen de lo comercial, es espacio para honrar, para venerar la figura patriarcal, plagada de factores socio-culturales que los tiempos moldean. Para ser Padre, no basta el componente biológico que desencadena la mágica y fascinante aventura del embarazo, fenómeno, que por común no pierde su condición de maravilloso, que ocurre en las entrañas de la madre y que transforma dos elementos microscópicos, cargados de códigos genéticos, en caprichosa mezcla que culmina en un ser humano. Paternidad es mucho más que ser coautor del producto entre coito y parto. Ser padre es un acto de amor permanente, de responsabilidad continua compartida, de compromiso de proteger la criatura de las negatividades del ambiente que le moldea, de acompañamiento en sus procesos de crecimiento material y espiritual, de enseñanzas con el ejemplo, como referente, como figura a imitar. Para ser Padre, hay que ser capaz de atreverse a corregir, aunque duela. Procrear es acción de dos, formar es compromiso de muchos y responsabilidad compartida de la familia en su sentido amplio y completo. El padre tiene papel primordial, fundamentado en el amor con entrega absoluta, como motor de lo que implica autoridad, cuidado, protección, nominación, lo económico y mas hoy cuando el ancestral factor de la incertidumbre, tiene respuestas ciertas. Ser padre es mucho más que ser engendrador, que a la postre es un acto biológico atado a la casualidad y a la “chepa”. Tenemos tareas pendientes en la honra de los Padres de la Patria y con todos los que moldearon la nacionalidad, limitando sus espacios a las efemérides y natalicios, olvidando la esencia de sus condiciones de héroes nacionales, cuando ante la vulneración marcada de la dominicanidad en nuestro propio territorio, hace lucir blandengues a los gobiernos, permisiva a la ciudadanía, cómplices a los poderes e intereses de potencias mundiales y sumiso al país. Ante condenas de tribunales que nos catalogan de xenofóbicos militantes: ¿Por qué las sanciones? ¿Falta de gestión y defensa apropiadas? ¿Actitud estatal? ¿Flexibilidad frente a exigencias absurdas, para doblarnos? Con la complicidad de identificados criollos, no estamos actuando de la manera que lo hicieron nuestros padres, cuando las amenazas de la Patria nos colocan frente a una realidad de subsistir como nación dominicana o dar paso a una impuesta realidad de influencias ajenas a nuestra entorno cultural, de pérdida de las razones primarias de nuestra independencia. Padres nacionales que reclaman el país extraviado; hijos obligados a reaccionar… y a actuar. Tremendo reto para un gobierno por nacer, con enormes compromisos.

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