La mujer en Saint Domingue en el tiempo de las Luces: empresarias, comerciantes y proveedoras de servicios (II)

En el Saint Domingue colonial, como en cualquier otra parte de la región Caribe, ninguna mujer tuvo la oportunidad de formarse y estudiar para poder desempeñarse en la administración de los puertos comerciales; por ello, nunca pudieron participar directamente del comercio Atlántico. Las extensas redes de comerciantes entrelazadas en la larga distancia, los marinos, los pilotos y los responsables administrativos de la vida portuaria fue un mundo cerrado a la comunidad masculina, y en general, la mujer fue vista como una persona dependiente. Al no existir más que registros de ellas como esposas o como hijas, ello nos hizo interpretar erróneamente que su papel en la economía fue menor.

Una investigación publicada hace unos años por Dominique Rogers y Stewart King y de la que nos ayudaremos para elaborar este artículo demuestra que, en los puertos de Saint Domingue, sus registros oficiales consideraban la labor de la mujer menor, generalmente asociada a los servicios y al cuidado de sus familias y maridos, a excepción de la, por entonces, relevante profesión de costurera. Hoy, los historiadores aprendimos a mirar más allá de esta clásica perspectiva y la revisión de los archivos notariales permitieron vislumbrar un rol femenino más amplio y determinante en las economías de las sociedades portuarias.

La mirada tradicional reconoció a las mujeres en el servicio doméstico y, al dedicarse al cuidado del hogar de hombres solteros, se volvían concubinas y con frecuencia madres de sus hijos. En Cap Francaise y Port au Prince, el número de estos hombres era elevado y la situación referida común. Comerciantes itinerantes, hombres de mar, administradores y militares necesitaban estos servicios y las mujeres negras y mulatas libres ocuparon este espacio.

En lo relativo al mundo del placer, testigos de la época refirieron en sus escritos, la existencia de más de 3000 prostitutas, tanto mujeres blancas como negras en la colonia. Moreau de Saint Mery escribió contra esta costumbre por el placer de las cortesanas de la isla con el perjuicio que ocasionaba a la moral y al bien público. Muchas mujeres esclavizadas fueron forzadas por sus amos. Las casas de citas, saunas y salones de bailes que apuntaban a la clientela más distinguida fueron regidas por mujeres de color y fueron lugar de trabajo de mulatas libres.

El servicio doméstico y la alimentación fue un mercado también copado por mujeres negras libres, pero el costo de sus servicios era imposible de pagar por los empleados administrativos y oficiales militares. Los salarios rondaban las 1000 libras anuales, además del alojamiento, la comida, la ropa y los cuidados médicos en caso de enfermedad. Era un servicio al que solo podían acceder los más ricos.

Esta era la primera etapa en la vida de la menágeres, jóvenes mujeres mulatas y negras libres que después de acumular algún dinero iniciaban sus propios negocios. Muchas de ellas, a su vez, propietarias de esclavizadas, las emplearon en atender la fuerte demanda de servicio doméstico entre los blancos ricos.
Emprendedoras que lograron convertir en buen negocio esta actividad. Llegaron a poseer también hombres esclavizados que alquilaban por sus habilidades. Como empresarias, llegaron a poseer barcos, lavanderías e incluso fábricas de gelatina y de colchones, que bien administrados dieron buen retorno de la inversión.

En general, en todos los puertos numerosas mujeres desplegaban actividades relacionadas con el pequeño comercio. Cientos de vendedoras ambulantes pululaban por los muelles o las plazas de las ciudades. Algunas eran esposas o viudas de artesanos que regentaron, en sus vecindarios, sus propios negocios familiares, otras tuvieron negocios relacionados con la ropa, la comida y el cuidado del cabello. Este tipo de mujeres y sus negocios eran más comunes en Cap Francaise que en Port au Prince. En definitiva, las mujeres se involucraron en pequeños negocios y actividades artesanales de la economía urbana, aunque, salvo contadas excepciones, pocas pudieron involucrarse en actividades comerciales trasatlánticas.

Otra actividad registrada en las fuentes notariales que practicaron fue la compra de bienes inmuebles para rentar. Unas, obtuvieron el capital como herencia de padres blancos; otras, por la continuidad de los negocios de padres artesanos. Estas mujeres proveyeron alojamiento a inmigrantes y trabajadores temporales llegados a la isla atraídos por la riqueza de su economía azucarera. Por lo general, poseían pensiones, habitaciones, e incluso apartamentos para gente de altos recursos. En las dos ciudades principales fueron, sin duda, negocios rentables. Otras más osadas, llegaron incluso a poseer oficinas, almacenes y bodegas, algo que tradicionalmente era un espacio de hombres. Algunas emprendedoras llegaron incluso a comprar tierras en el mundo rural.

Podemos ahora entender cómo en los puertos de Saint Domingue las mujeres negras libres y mulatas se posicionaron en la jerarquía mejor que los hombres negros, aunque esto se dio en el mundo urbano, donde las necesidades de consumo dieron un dinamismo mayor a la economía real. En la capital administrativa de Saint Domingue se movieron principalmente en la esfera doméstica y en la de bienes raíces, mientras que en Cap Francaise, el corazón de la economía de esta colonia, tuvieron más oportunidades en el campo comercial.

Mas allá del exotismo con el que describieron los viajeros de finales del siglo XVIII a la mujer negra de Saint Domingue, asociándola en su febril imaginación al sexo y la danza, las investigaciones de los últimos años han mostrado a muchas de ellas, como emprendedoras en una áspera sociedad de frontera caribeña, desempeñándose como soporte de sus familias, responsables de la educación de sus vástagos y sobre todo de sacarlos de la esclavitud. Un rango de actividades mucho más variado y complejo que el simple tópico de la prostitución con el que injusta e inapropiadamente su memoria fue marcada.
Esperamos que la fascinante y silenciada historia de la mujer afrocaribeñas encuentre en nuestro doctorado de Historia del Caribe un espacio para ser rescatada.
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Connected Worlds: The Caribbean, Origin of Modern World”. This project has received funding from the European Union´s Horizon 2020 research and innovation programme under the Marie Sklodowska Curie grant agreement Nº 823846. Dirigido por Consuelo Naranjo Orovio desde el Instituto de Historia-CSIC

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