Cuéntanos, a todos los que aprendimos a quererte por tanto tiempo y que hoy te decimos hasta luego, dónde encontraste la magia inspiradora de la belleza, de la alegría y el compromiso de tus canciones.
Dinos, dónde aprendiste a conjugar, en el trayecto siempre joven de tus siete décadas de vida, la humildad, la coherencia y la honestidad que marcaron tu trato con los demás.

Explícanos el secreto de tu pasión inextinguible, por esa mujer del noveno cielo, que compartió tus penas y tus glorias, te regaló dos hijos y un montón de detalles llenos de cariño, dulces advertencias y cuidados, de esos que agradecemos hasta en el último suspiro.

Revélanos de tus recuerdos los preferidos, haznos cómplices silentes de tus andanzas por los patios y las esquinas del mundo e invítanos a escuchar un son y una bachata para seguir bailando contigo.

Recuérdate, que no se te olvide, los almuerzos especiales de los martes donde el Gordo y Soraya, no faltes a la cita gastronómica de los jueves donde Yumaila y Roberto, posiblemente volvamos a desayunar, los domingos, en Buen Provecho o en Cappuccino, y te aviso que Lucía 203, ya tiene casi listo la puesta en escena de tu próximo concierto.

Prepárate para seguir presente entre nosotros porque como nos dice Benedetti: “Creemos en la gente y somos militantes de la vida, y no podemos, y no queremos que la canción se haga cenizas”.

¡Te queremos mucho, Vitico!

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