Durante los últimos años los investigadores de la historia atlántica han dispuesto a través de la documentación estudiada una historia completamente nueva y fascinante de la participación de las mujeres negras y sus descendientes en las economías coloniales del Caribe. En esta ocasión y siguiendo una de las discusiones novedosas de la historiografía reciente, que llevamos a cabo en nuestro doctorado de Historia del Caribe, nos adentraremos en cómo vivió la mujer en el Saint Domingue colonial.

En un magnífico y reciente trabajo la historiadora Sherri V. Cummings sostiene que las mujeres de color libres en Saint Domingue, específicamente en las ciudades portuarias de Cap Français y Port-au-Prince fueron una fuerza formidable de su dinamismo, pues sus reuniones populares y festivas sirvieron de plataforma para establecer contactos y facilitar relaciones económicas. Sus capacidades empresariales desdibujan las divisiones de clases sociales coloniales y, aunque muchas mujeres africanas y afrocaribeñas estaban esclavizadas, sirvieron por su valía como soporte de los negocios de sus amas. En general, existió un alto grado de solidaridad entre ellas independientemente del estatus o del matiz particular del color y eso las hizo poderosas.

Saint Domingue durante el siglo XVII se había convertido en el imaginario europeo en un extraordinario vergel, un lugar de suelos fértiles con prósperas plantaciones y un comercio lleno de posibilidades. Para trabajar en las plantaciones y el servicio doméstico los esclavizados, en un primer momento fueron traídos, de San Cristóbal, Martinica y Guadalupe, aunque después holandeses e ingleses aprovisionaron durante dos siglos la isla. En este rudo espacio colonial, las mujeres europeas escaseaban y los oficiales franceses trataron de reclutar por medio de contratos a jóvenes, en la mayoría de los casos de mala reputación, para traerlas a las colonias y equilibrar una sociedad que basculaba hacia lo masculino.

En esta realidad, la mujer negra al llegar a la isla encontraba una condición fronteriza áspera donde los hombres eran dominantes y como sugiere la historiadora Barbara Bush, en un magnífico trabajo sobre la mujer esclavizada en el Caribe, la mujer enfrentó una triple opresión, el patriarcado masculino blanco y el negro, el racismo y la explotación de clase. Ello dio lugar en esta sociedad fronteriza a que los hombres europeos comenzaran a entablar relaciones sexuales con las mujeres africanas y afrocaribeñas dando como resultado el nacimiento de una sociedad mulata.

Seriamente preocupada la administración francesa, a finales del siglo XVII, empezó por medio del código negro a condenar las uniones interraciales. Si el hombre blanco concebía un hijo con una mujer esclavizada podía ser confiscado por el Estado, ahora bien, si el dueño de esclavos era soltero y elegía casarse con la mujer de acuerdo con los ritos de la Iglesia Católica, ella y su hijo, o hijos, quedarían automáticamente libres. Según la documentación conservada fue bastante común que esto sucediera. Por ejemplo, sabemos que en 1763 más de 300 plantadores estaban casados con mujeres negras. Sin duda alguna fue una estrategia seguida por los hombres blancos que les permitió integrarse mejor en la sociedad.

A diferencia de los libertos en otras sociedades esclavistas del Caribe, los mulatos, muchos de ellos hijos e hijas de prósperos plantadores blancos y que nunca habían sido esclavizados, tuvieron acceso a las altas esferas sociales, económicas y políticas de esta colonia francesa. Aunque fueron un pequeño porcentaje de la población total de Saint Domingue, poseyeron una enorme riqueza y poder. Los affranchi, hombres, mujeres y niños liberados, constituían una numerosa comunidad negra libre en Saint Domingue. En definitiva, la estrategia social de la mujer negra, libre o esclavizada, permitió el surgimiento de una cultura mulata con comportamientos sociales, actitudes y explicaciones euro-criollas y afro-criollas. Esta fue una situación que se reprodujo en todo el caribe francés.

Durante el siglo XVIII, Saint Domingue se estratificó socialmente cada vez más en relación a la clase y al color. Esta definición de intimidad en Saint Domingue se debió a varias razones: la escasez de mujeres europeas, las restricciones que conllevan los cambios constantes, el aumento de la población africana y de los mulatos, tanto esclavizados como libres, y sobre todo, a las relaciones sexuales de mujeres de color con los hombres blancos, ya fuesen de forma consensuada o sostenida por la violencia de las condiciones de esclavitud. Esta situación emanada de las recientes investigaciones históricas es la que ha justificado, en los últimos años, un examen profundo de la intimidad de la vida de las mujeres de color en el tiempo colonial, algo en mora de hacerse en la clásica historiografía del Santo Domingo español.
Las relaciones sexuales por fuera de la unión legal matrimonial continuamente involucraban a personas libres y esclavizadas. Las relaciones sexuales interraciales fueron comunes en la historia del Atlántico francés. Aún más, las relaciones interraciales entre hombres franceses y mujeres negras, según lo que dejó escrito Moreau de Saint-Méry, especialmente se produjeron durante las festividades de máscaras y los bailes populares y públicos de mujeres de color. Pero no debemos ser simplistas al analizar este tipo de relaciones que fueron multifacéticas y cambiantes en relación a respuestas a un entorno que se contraía y expandía como demasiada rapidez.

En la sociedad colonial el espacio fue un factor integral para entender las conductas, pues este reestructuraba y redefinía las conexiones coloniales. Fueron realidades tremendamente complejas, debido a que los protagonistas de esta sociedad nacían, en la mayoría de las ocasiones, en territorio muy distante. A ello debemos sumar las creencias de la Ilustración que llegaron a las personas de color, y por último, las realidades vividas de las mujeres negras en relación con los hombres blancos, y la comunidad esclavizad de Saint Domingue. l

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Connected Worlds: The Caribbean, Origin of Modern World”. This project has received funding from the European Union´s Horizon 2020 research and innovation programme under the Marie Sklodowska Curie grant agreement Nº 823846. Dirigido por Consuelo Naranjo Orovio desde el Instituto de Historia-CSIC.

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