A la fecha los países con mayor número de fallecidos por coronavirus son Estados Unidos, Brasil, Reino Unido y México. Habrá que buscar las razones-si las hay- pues precisamente sus presidentes han sido de los que menos atención han prestado a las recomendaciones que hacen las y los especialistas. Lo dicho conduce a una reflexión de lo que ha de significar dirigir el Estado y concretamente el valor de un auténtico liderazgo político.

Dirigir el Estado, es dirigir la sociedad. Dirigir la sociedad debería ser encaminarla hacia su desarrollo, lo que presenta no pocos obstáculos. Ya después de un largo período de confusiones sobre el verdadero desarrollo se ha llegado a comprender los que son sus fundamentos que se resumen en el llamado Índice de Desarrollo Humano-IDH-.El desarrollo humano se entiende como el proceso mediante el cual el Estado propicia la mejora continua de las condiciones de vida de sus ciudadanas y ciudadanos, de forma tal que puedan satisfacer sus necesidades básicas y complementarias, así como de la creación de un entorno en el que se respeten los derechos humanos.

El liderazgo político en su más alta expresión al concretizarse en la dirección del Estado, en la dirección de la sociedad, debería estar orientado hacia el desarrollo humano. Respecto a lo afirmado, ya en la actualidad en cuanto a su significado, no hay dudas y es universalmente aceptado; pero no siempre se ha entendido así. Solo recordar la frase “el Estado soy yo” que se atribuye al rey francés Luis XIV o las horribles actuaciones ya en el escenario de la historia nacional del sátrapa Rafael Trujillo quien se asumió como dueño absoluto del país y hasta de la vida de las personas. Ese es el extremo de las distorsiones pero aun hoy en el mundo persisten gradaciones de personalismos.

La pandemia y sus terribles consecuencias en la salud pública y la economía, entre otras, evidencia fehacientemente que el liderazgo político que se ha de procurar es aquel que más que “el ser humano excepcional ” se entienda que el auténtico liderazgo es sentirse uno más de un equipo al que coordina, y que ante los problemas se apoya en las más o los más entendidos o en especialistas de las áreas correspondientes.

El impacto del virus nos remite a grandes lecciones sobre el liderazgo político en función del desarrollo humano.

Del impacto del virus se aprende como lección que la modestia de auténticos líderes como Nelson Mandela y Pepe Mujica asociada al espíritu de equipo que le es propio es lo que hay que emular.

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