El panorama sanitario de la República Dominicana está en su peor momento desde que se decretó la emergencia por la COVID-19. Esa percepción está suficientemente extendida y la preocupación estimulada por las cifras que hablan solas, y las voces insensatas que pregonan informaciones falsas.
Nuestro colaborador Osiris de León afirma en su artículo de hoy que la semana pasada se registró una media diaria de 1,200 casos, “30 veces más contagios diarios que en la tercera semana de marzo, cuando se decretó una cuarentena con 40 casos diarios”.

Aunque las palabras del director ejecutivo del Comité de Emergencia y Gestión Sanitaria, Amado Alejandro Báez son algo “tranquilizadoras”, porque aún el sistema de salud cuenta con “miles de camas disponibles y que lo que se requiere es hacer sinergias entre el sector público y privado”, para nadie ese es un estado ideal. Lo ideal sería que no haya que recurrir a ello.

Mientras tanto, los casos registrados ya no son ajenos para nadie, desde las iglesias, los propios médicos y las empresas, donde los “positivos” son crecientes.

Es verdad que el coronavirus llegó en medio de un proceso electoral, dos elecciones seguidas, casi tres con la suspendida, lo que impactó las políticas de prevención y atención.

En ese contexto, la gente creía que una buena parte del quehacer público se manipulaba a conveniencia política. El manejo de la asistencia humanitaria y los programas de apoyo por la emergencia estuvieron bajo ese influjo. Y en esas condiciones había alguna resistencia a aceptar las informaciones. Ya eso es historia y ahora lo que se requiere es acción.

Transitamos por un tramo en el que se observa una pérdida de iniciativa o una desaceleración de las políticas públicas para el combate de la COVID-19, después del 5 de julio. Peligrosísimo, porque aún faltan 1 mes y tres días para el traspaso de mando. Las autoridades tienen que seguir gobernando y cumplir con sus responsabilidades.

Al menos, el gobierno debe hacer lo que no hizo cuando todos pedían la unidad nacional para encarar el coronavirus: acelerar la integración de los equipos de quienes entran el 16 de agosto. Y actuar según el interés de los dominicanos.

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