Comprendimos que nuestros procesos electorales estaban llenos de vicios inaceptables que había que erradicar y a tal efecto nos dimos tras años de afanes, leyes de Partidos y la Electoral. Pero en el proceso electoral quedó demostrado que lo fue solo en el papel. En la práctica seguimos con los vicios tradicionales: Estado y funcionarios participando en campaña electoral y proselitismo, gasto electoral excesivo y no transparentado, campaña a destiempo, extralarga, etc. Porque por un lado la clase política no muestra voluntad para cumplir la ley electoral y por otro, la Junta Central Electoral, órgano llamado a hacerla cumplir, no muestra la garra y entereza necesaria para ello. Moraleja: sigue como tarea pendiente superar nuestra debilidad institucional en materia electoral.

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