En cada proceso electoral los diferentes líderes políticos aspirantes a la presidencia de la República se someten al escrutinio de una sociedad que por su heterogeneidad siempre ha tenido diferentes preferencias electorales, y ha de seguir teniendo diferentes preferencias electorales, porque cada ciudadano decide seguir al líder político que garantice ejecutar planes y programas que contribuyan al desarrollo de la nación, pues una legítima aspiración del ser humano es vivir en una sociedad que le garantice la prosperidad, presentándose ahora una realidad donde la competencia está muy pareja entre el candidato del PRM y el candidato del PLD, y donde el candidato de la Fuerza del Pueblo, por ocupar un tercer lugar, podría incidir en una casi segura segunda vuelta electoral.

Luis Abinader se apoya en sus propuestas de cambio y en el soporte del nuevo PRM y del carismático expresidente Hipólito Mejía, Gonzalo Castillo se apoya en sus 7 años como ministro de Obras Públicas, en sus innovadores servicios de seguridad y asistencia vial, en su cercanía a la gente pobre y necesitada, en las fortalezas del Partido de la Liberación Dominicana y en el apoyo público que le ha dado el actual presidente Danilo Medina, mientras Leonel Fernández se apoya en sus 12 años de gobierno, pero sin la juventud y sin la imagen fresca que exhibía en 1996, y sin el apoyo del fuerte Partido de la Liberación Dominicana que en 3 ocasiones le presentó como candidato.

Pero así como en el año 1996 Joaquín Balaguer le transfirió a Leonel Fernández parte de sus simpatías populares y parte de su liderazgo político, ahora Danilo Medina le transfiere a Gonzalo Castillo gran parte de sus simpatías y de su popularidad, mientras Hipólito Mejía transfiere a Luis Abinader parte de su carisma y de su popularidad. Esto hace que el escenario político se torne sumamente interesante porque participan 3 líderes que han ocupado la presidencia de la República, uno como candidato y dos como soportes políticos de los otros dos candidatos, generando una competencia que no sólo pone a prueba las fuerzas particulares de cada candidato, sino también las fuerzas de líderes políticos que hacen esfuerzos para demostrar que todavía conservan fuerzas importantes, y que esas fuerzas cuentan.
Los ciudadanos electores de hoy buscan nuevos líderes que representen a la sociedad de hoy, que se identifiquen con la juventud de hoy para animarles e inspirarles a ser exitosos líderes de mañana, que sean cercanos a la gente pobre de hoy, que tengan positivas y conocidas experiencias en los sectores públicos y privados, porque el Estado es una conjugación entre un Estado que traza reglas para inversión, un sector privado que arriesga sus capitales haciendo una inversión de la cual espera un retorno favorable, y un sector laboral que espera encontrar, en el sector público o en el privado, cada día más oportunidades laborales para su bienestar familiar, y por eso el líder de hoy debe demostrar conocer y entender los problemas básicos de hoy, conocer las soluciones esenciales que demanda el mundo de hoy, y estar dispuesto a aplicar esas soluciones, para así trasmitir la confianza que espera el empresario de hoy y el trabajador de hoy, pero, sobre todo, conocer y anticipar las limitaciones que habremos de encontrar en el camino de las soluciones, para que la gente sepa cual es la verdadera realidad en nuestra sociedad y en nuestra vecindad.

Los electores de hoy quieren nuevos líderes que sean carismáticos, que sean solidarios con toda la gente pobre que quiere trabajar y prosperar, sin promesas vanas, sin insultos, y sin descalificaciones de sus competidores, pues el verdadero líder no descalifica a sus competidores, ni permite que sus cercanos colaboradores insulten a sus competidores, porque el verdadero líder sabe que quien califica o descalifica a sus líderes es la sociedad a través de su voto electoral, y cuando un ciudadano tiene la firme convicción de votar por un determinado candidato, no cambia su intención de voto aunque insulten a su candidato, y lo confirma el hecho de que mientras los enemigos de Balaguer más insultaban a Balaguer, los balagueristas más reafirmaban su compromiso de ir temprano a votar por Balaguer.

Los líderes políticos deben recordar que las elecciones se ganan en las urnas, fruto de la inspiración que transmite un líder carismático a la mayor parte de la población que busca más y mejores oportunidades de progreso y de superación, y que es allí donde todos los ciudadanos son exactamente iguales, porque cada voto, de un rico y de un pobre, de un intelectual y de un iletrado, de un empresario y de un obrero, de un cristiano y de un ateo, vale igual a cualquier otro voto, por lo que cada líder debe estar lo más cerca posible de su pueblo y lo más comprometido posible con las expectativas de su pueblo, porque el líder político con mejores posibilidades es aquel que se acerca a la gente, escucha a la gente, traduce las necesidades de la gente y plantea una válida respuesta para cada necesidad de la gente.

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