El racismo ha sido reflejado en obras de famosos maestros de la pintura, en escenario de “realidad blanca”

La pintura, en todas las épocas, ha reflejado la realidad donde se produce. Es una realidad aparte, pero no ajena a ella.

El racismo, que es parte de la realidad, también se ha reflejado en grandes obras de grandes maestros.

Hay que entender los contextos de esas obras que muchas veces no necesariamente rechazaban al negro. La realidad era blanca.

¿Pero por qué, de entrada, las personas de color oscuro han sido consideradas inferiores? Imaginemos que la historia de la humanidad hubiese sido al revés, que primero África se hubiese fortalecido económica y militarmente, que allá ocurrieran todos los descubrimientos científicos iniciales, electricidad, armas, locomotora, maquinarias industriales y el banco. Por otro lado, que en los países europeos y en América vivieran con tapa rabo y con flechitas. Es obvio que el dominio del negro se impusiera y que el blanco fuera inferior, pobre y feo. El racista fuese el dominante que siempre discrimina por una u otra razón. De manera que el racismo, si estamos de acuerdo con el razonamiento anterior, no es más que una cuestión económica.
Un haitiano que cruza la frontera en su yipeta, enflusao, con cuarto, no es tratado como un campesino que viene a recoger papas.

En 1510 Piero di Cosimo pintó a la princesa Andrómeda de Etiopía muy blanca. 100 años después de los viajes macabros de Colón el negro seguía siendo visto como un animal, un esclavo y así lo pintaron. La Princesa Andrómeda de Etiopia aparece en otra pintura del gran maestro Pieter Paul Rubens con el título “de vier rivieren van het paradijs” pintado en 1610, pero esta vez como esclava en medio de unos viejos gordos y colorados.

Por las masacres de Colón, solo 500 años después los pueblos se rebelaron y eliminaron estatuas y nombres de calles, aunque no aquí. Qué importa si todavía en España hay estatuas de Franco y en Bélgica se mantienen las de Leopold ll que masacró medio mundo en el Congo, les cortó la mano a miles por caprichos de colonizadores y es considerado como el máximo símbolo del racismo.

Entre los siglos XVl (1500) y XVlll (1700) habían viajado a la fuerza cientos de barcos negreros que fueron a parar al sur de Estados Unidos, El Caribe y Brasil principalmente por Inglaterra y España.

En Francia, sin dejar de ser colonialista, se obtuvo de la Revolución Francesa (1789) que combatió la monarquía, una visión diferente, un trato un chin más humano a los negros por eso el cuadro de Goya, con la niña adoptiva María de la Luz de la Cayetana Duquesa de Alba, no fue un escándalo. La viuda Duquesa de Alba, amante de Goya y de Manuel de Godoy, le sirvió de modelo para realizar la Maja Desnuda, y para la vestida que pocos recuerdan. Ello explica que para 1793, poco antes de que Napoleón fuese declarado Primer Cónsul, fuese elegido a la Asamblea Nacional el diputado Jean-Baptiste Belley conocido como Mars (Marte)negro como los cuadros de Pierre Soulage. Belley fue pintado por el famoso artista Anne-Louis Girodet de Roussy-Trioson en el año 1797 y que muchos confunden con Toussaint Louverture. Belly es mostrado tamaño natural de tres cuartos vistos desde la izquierda; su brazo derecho apoyado en el pedestal del busto de Guillaume-Thomas.

Raynal, lo que no es una casualidad, pues era un filósofo y defensor de la abolición de la esclavitud. El cuadro es un clásico y una joya que brotó del pincel de un alumno del maestro Jacques-Louis David.

Al igual que Belly puede señalarse a Alexandre Dumas (tanto al padre como al hijo y menos al nieto) que gozaron de una aceptación social sin necesidad de plancharse el pelo a lo Corporán de los Santos o James Brown. Dumas iba de cabaret en cabaret leyendo sus notas y defendiendo la República y luciendo su afro, muchísimo antes de que Angela Davis y Jimmy Hendrix lo pusieran de moda. Su padre, el General Thomas Alexandre Dumas fue un héroe de la Revolución Francesa y cercano a Napoleón. Había nacido en 1762 en Saint Domingue, Haití y sus aventuras inspiraron al hijo para escribir El Conde De Monte Cristo, Los Tres Mosqueteros que eran cuarto, y un etcétera que estuvo en boga y que le produjo a los Dumas una reputación de primera.

El negro, en esa Francia posrevolución, era visto mas como una curiosidad que como un esclavo, sin dejar de verlo como inferior lo que continúa hoy día. Con los viajes, que se convirtieron en costumbre pocos años de que terminara ese siglo XlX, hasta se creó una corriente en la pintura: El Orientalismo, por el contacto con Marruecos, Argelia, Egipto y no mas lejos, que los viajes se hacían a caballo o por lentas goletas. De esos viajes es la producción última de Eugène Delacroix, Théodore Gericault, y Jean-Léon Gérôme entre otros. El soldado pintado por Gérôme, que es una obra fantástica de 1868, lleva el nombre de bashy-bouzouk que en turco quiere decir sin cabeza. Este es quizás el mejor cuadro del profesor Gérôme aunque la gente prefiera los baños turcos con sus luces, piscinas internas y desnudos. De hecho, en Francia, a partir de ese título, se incorporó al lenguaje, como insulto, el bashy-bouzouk como lo divulgó Hergé en boca del capitán Haddock en las aventuras del racista periodista Tintín. Hergé, seudónimo tomado de la pronunciación francesa de las iniciales de su verdadero nombre Georges Remi, creció en la Bélgica colonizadora del Congo. El Tintín en el Congo ha sido criticado por los franceses, aunque nunca disminuyó la popularidad del reportero aventurero acompañado de su mascota Milou.

Cuando Edward Manet (no Monet) pintó su cuadro Olympia en 1863 en París, Abraham Lincoln luchaba por la unidad de los Estados Unidos sin poder evitar la Guerra de Secesión de los Estados del Norte contra los del Sur esclavistas.

Aunque ganó El Norte y se prohibiera la esclavitud, el racismo nunca ha desaparecido como lo demuestra el asesinato, por tortura, de George Floyd a plena luz del día y frente al mundo entero vía celular.

En el Olympia se muestra una mujer blanca, desnuda, posando con mucho caché y en segundo plano una sirvienta negra dándole un ramillete de flores como preguntándole: ¿señora, ahora le traigo un cafecito? Nosotros, en ese tiempo, iniciábamos una lucha a sangre y fuego contra los españoles de la Anexión, la guerra de la Restauración que fue también una guerra contra el racismo y la esclavitud.

Norman Rockwell, fue un pintor e ilustrador con cara de Pildorín saca-la-manito, que se pasó casi su vida entera trabajando para la revista norteamericana The Saturday Evening Post. Sus portadas, unas 321 (desde 1916 al 1963), se basaban en las costumbres puramente estadounidenses, con niños blancos, pecosos, zanahorios como los irlandeses. Pero cansado, que hasta el mucho ponche ajuma, de sus directores ¿políticamente correctos y racistas?, renunció. A partir del 1964 trabajó para la revista LOOK que tenía otra visión, no del racismo, pero sí del marketing.

Ocurrió en una escuelita, la William Frantz de la New Orleans, Louisiana, que una niña de seis años, Ruby Bridges, fue acosada de tal manera que tuvieron que ponerle una escolta de cuatro policías para que no la lincharan. Nadie sabe, absolutamente nadie ni siquiera Barney Google alias Tapón, quien fue William Frantz. La escuela se convirtió en la leyenda de Ruby, la negrita pintada por Rockwell.

Esta situación hizo que la dirección de LOOK le pidiera a Rockwell una ilustración para colocarla en el medio de la revista como un desplegable. Norman realizó su trilogía antirracista, quizás las pinturas que más contribuyeron a disminuir el odio ciego que fue enchinchado por el Ku Klux Klan y los propietarios de inmensas fincas de algodón en el sur del país. La primera obra fue “the problem we all live with” donde se ve a la niña Ruby, en realidad Lynda Gunn, una vecina que le sirvió de modelo al pintor, en medio de los policías que la escoltan a la escuela. Esta obra fue colocada en La Casa Blanca a petición de la propia Ruby Bridges al presidente Barack Obama. La pintura original mide 36 x 58 pulgadas y se publicó el 14 de enero de 1964.

El segundo cuadro data de 1965 sobre tres jóvenes muertos, víctimas del Ku Klux Klan con el título “murder in Mississippi” y relacionado con la película en que participa Gene Hackman, el mellizo de Fredy Valerio de Guazumal. Y el tercero, “Negro in the suburbs”. con igual formato que el primero, salió en el centro de LOOK el 16 de mayo de 1967.

El racismo siguió a pesar de Lincoln como lo demuestra la segregación en el deporte. En la pelota se creó una liga paralela, que los blancos se tiznaban si jugaban con los negros, hasta el 1947 cuando Jackie Robinson entró a los Dodgers de Brooklyn aguantando todos los insultos del mundo, peor que los del Dr. Palomero en Toc Toc. Cuando un rubio le gritó al famoso número 42, “vete a África, maldito negro”, un fanático indio de los Bravos, le dijo, “y tú, ¿por qué no te vuelves a Inglaterra?

En el boxeo es famosa la pelea de 1910 por el título de los pesados que Jack Johnson ganó. Jack Johnson salió en todos los periódicos sonriendo con su diente de oro más brillante que el de Mateo Morrison y el de Pedro Navaja. El triunfo fue importante no solo por quitarle la supremacía a Jeffrey quien se creía mejor por ser blanco, sino por la fuerza que obtuvo el movimiento antirracista en los Estados Unidos. Quedó Johnson inmortalizado en las crónicas de Jack London, en su libro “La pelea del Siglo” y en un cuadro de Kees Van Dongen.

A los atletas negros se les suspendió cuando en la ceremonia de los Juegos Olímpicos de 1968 de México levantaron el puño enguantado en solidaridad con los Black Panthers. Esa misma dirección olímpica, no hizo nada cuando en el 36 los deportistas alemanes hacían el saludo nazi para halagar a Hitler. Cuatro medallas de oro de Jesse Owens le demostraron una vez más al mundo que la cuestión racial no era más que una obsesión de sicópatas.

Por esta opresión de la “supremacía” muchos pintores negros realizan sus obras mostrando el orgullo de su negritud como Kerry James Marshall. No hay que confundir, sin embargo, la lucha contra el racismo y la igualdad, con la lucha contra el blanco que es tan racista como la otra.

Otros pintores como Vincent Valdez, han librado una batalla campal contra el Ku Klux Klan, que existe y se manifiesta públicamente como si nada. Valdez no olvida la calidad de su obra y evita el cliché.

En muchos países, la mayoría por no decir todos, pintaron al negro, a la negra como sirvientes, marchantas, no para denunciar su estado de pobreza, ni para reivindicar igualdad de condiciones sociales, simplemente como elemento exótico y folklórico. Otros simplemente, y sin cuestionar nada, porque eso es lo que los rodea.

La realidad de hoy, también se refleja en el arte como ha sido la creación de cientos de pinturas en homenaje a George Floyd.

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