El futuro de la innovación en la República Dominicana

Cuando pase este 2020, vamos a recordarlo como un año que marcó un hito en la historia de la humanidad, esto es, cuando los hechos cambiaron su curso o aceleraron el mismo.

En tal sentido, no creo exagerar cuando digo que, junto con los cambios producidos por la pandemia del COVID-19, también somos testigos de una carrera comercial, científica y geopolítica que está utilizando al espacio como su nuevo terreno de expansión.

Muchas veces nos sentimos que el mundo como lo conocemos (aparte de dar vueltas) es una constante repetición de patrones, contextos y formas. Pienso en esto luego de haber leído el fin de semana pasado el libro «El Juego Infinito» del autor Simon Sinek, cuyo material se asemeja al concepto sobre el “presente continuo” que suelo mencionar en distintos espacios en los que me he desenvuelto.

Sinek define el presente continuo como un juego que no tiene fin. En su libro se expone que “hemos dominado los juegos finitos, como el fútbol o el ajedrez, los cuales tienen jugadores conocidos, reglas fijas y un punto final claro”, amén de que existen ganadores y perdedores que se identifican fácilmente.

De hecho, la gente va a la universidad para conocer éstas reglas, las cuales se convierten en carreras. También tenemos un gobierno y un congreso que trabajan sobre reglas establecidas como lo son la constitución y las leyes.

Pero entonces sucede que estamos en una época de juegos infinitos, sin línea de meta… Y si analizamos los negocios, la política o la vida misma, vemos que sus jugadores  van y vienen, no son eternos.

Las reglas de un juego infinito son cambiables y no tienen un punto final definido. No hay ganadores ni perdedores, solo por delante y por detrás. El alfa y el omega no existen.

Dicho todo lo anterior, la pregunta es, ¿cómo jugar para tener éxito en el juego en el que estamos?

Los líderes de hoy deben adoptar una mentalidad infinita para construir organizaciones más fuertes, más innovadoras y más inspiradoras. Dicha mentalidad está cambiando la forma en que el mundo va a comportarse en los próximos años.

Un ejemplo de esto lo vemos en la empresa privada estadounidense de transporte aeroespacial, SpaceX, la cual completó recientemente la primera fase de la misión Demo-2 en conjunto con la NASA, la cual no enviaba tripulantes al espacio desde suelo norteamericano desde 2011, sino que también logró dar un paso adelante en su ambicioso proyecto de internet “Starlink».

Este hecho relevante trae una rivalidad empresarial que sobrepasa los límites terrestres: Elon Musk versus Jeff Bezos. SpaceX, del primero, y Blue Origin, del segundo, compiten por ser las elegidas por la NASA para volver a la Luna en 2024 y soñar con viajes a Marte.

El proyecto se llama Artemisa, Diosa griega entre cuyas múltiples cualidades se destacan la caza y la Luna. Hay cuatro elementos importantes que deben observarse en los objetivos de la misión.

Primero, Estados Unidos quiere demostrar sus nuevas tecnologías al mundo, como también sus capacidades (talento) y modelos de negocio necesarios para la nueva exploración que incluye a Marte. En segundo lugar, buscan establecerse como un líder global con presencia en la luna mientras expanden su impacto económico a través del mundo.

Como tercer aspecto, vemos que también buscan ampliar sus relaciones comerciales e internacionales y finalmente inspirar a las nuevas generaciones y fomentar la construcción de capacidades en términos de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM).

Retomando a Sinek, hay que agregar que el juego de los servicios infinitos pasa ahora a darse entre actores del sector privado y no entre naciones. Será el sector privado quien nos llevará a Marte.

En tal sentido y para generar una economía infinita, Estados Unidos buscará recursos fuera de la tierra, iniciando por la Luna y continuando en Marte. Todo esto tiene sentido luego del dominio Chino a nivel comercial y el establecimiento de acuerdos alrededor del mundo.

Estados Unidos está expandiendo las posibilidades de la economía al traer recursos infinitos a la mesa. Esto no proviene del gobierno, sino de la mentalidad STEM que es parte del hito que les mencionaba.

Mientras tanto en República Dominicana se emitieron dos nuevos decretos: el 174-20 y el 175-20. En el primero el presidente Danilo Medina establece un procedimiento especializado para lograr titulación de dieciocho zonas francas y catorce parques industriales, así como sus naves comerciales o industriales, construidos por el Estado dominicano o con su participación.

El segundo crea una Comisión Presidencial de Fomento a la Innovación para la elaboración de la Estrategia Nacional de Innovación de la República Dominicana 2020-2030.

Cuando analizamos la estructura de esa comisión, notamos que dentro de su composición están todos los actores que se relacionan a la competitividad e innovación en el país, pero se comete nuevamente el error de no traer a la mesa a los actores del sector tecnológico.

¡Todavía en nuestras leyes y en la estructura del estado no están actualizadas para los retos del siglo veintiuno! Queremos motorizar la innovación con una estructura similar al Consejo Nacional de Competitividad, lo cual considero desacertado de parte de las autoridades locales.

Y es que el presidente de la república —quien sea que esté en el cargo, no debe ser el líder de la innovación de una nación. Es erróneo insistir en ese modelo.

Permítanme integrar otro ejemplo. Ed Catmull, fundador de una de las empresas más creativas del mundo, Pixar, Inc., explica en su libro, Creatividad SA cómo «los soviéticos lanzaron el primer satélite artificial —el Sputnik 1— en torno a la órbita terrestre”.

Al verse superados, la respuesta de Estados Unidos fue crear una llamada Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada (ARPA, en sus siglas en inglés). Aunque fue asignada al Departamento de Defensa, su misión era claramente pacífica: apoyar a los investigadores científicos en las universidades estadounidenses para evitar la llamada ‘sorpresa tecnológica’.

“Al financiar a nuestras mejores mentes”, pensaban los creadores de la ARPA, dispondrían de las mejores respuestas para no quedar rezagados.

Dicha agencia catalizó entre otras incontables innovaciones la revolución informática e internet. Fue la madre de la economía digital que hoy conocemos a través de una labor de construcción de capacidades que inició en 1954.

Estados Unidos perdió en algún momento el rumbo, viéndose amenazado por China en el último lustro, por esta razón es lógico su movimiento estratégico hacia el espacio a través de las capacidades construidas por los empresarios.

El primer paso para desarrollar una estrategia de innovación es reconocer nuestro atraso y comprender que los demás que nos rodean nos han superado.

Sin esa reflexión y sinceridad, la innovación no será jamás real en la República Dominicana. Este tipo de reflexión no la puede hacer un gobernante porque no puede exhibir debilidad.

Por esta razón nuestro país debe aplicar las tecnologías y conocimientos STEM para fomentar una mano de obra capaz de desarrollarse en el nuevo contexto global y cerrar las brechas actuales sin ocultarlas.

Tenemos un lustro afirmando el desfase y atraso a nivel tecnológico de nuestro país porque saltamos procesos importantes de la etapa de digitalización que el mundo inició hace 20 años atrás y que también llegó la transformación digital siendo esta poco adoptada por los actores nacionales.

Esto generó una desventaja evidente en una economía digital de la cual no somos partícipes y tampoco tenemos los recursos humanos capacitados para iniciar una verdadera transformación nacional.

El mundo está mirando al espacio para generar una economía infinita que transformará lo transformará como lo conocemos hoy, ahora debemos preguntarnos como país: ¿queremos dominar las reglas de un juego finito o construir un desarrollo humano que nos ayude a alcanzar oportunidades infinitas?

Posted in Ciencia y Tecnología, Destacado

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