El problema que hace difícil la fijación por la prensa nacional de los límites de su responsabilidad se debe en parte a la incomprensión de la importancia que ella tiene en la preservación del clima de libertad en que ha existido en las últimas décadas en el país. Radica en el éxito de las prácticas que hacen paradójicamente necesarias la responsabilidad de fijar esos límites.
A partir de algún momento, lo que se considera un buen ejercicio de periodismo comprometido con una “verdad” inexistente, ha radicado en desechar el buen uso de las palabras y hacer del ruido un modelo de ejercicio. Es lo que vemos en muchos exitosos programas de radio y televisión. Y como la altisonancia cala bien en muchas audiencias, con el tiempo esa modalidad del periodismo se ha hecho muy popular alcanzando los ratings más altos del espectro radial y televisivo. Ese nuevo modelo, al que han contribuido las redes, acabará por distorsionar el justo y correcto rol de una prensa responsable en todas olas facetas de la vida nacional, en los procesos electorales y, por ende, en la estabilidad social y el fortalecimiento de las instituciones democráticas, incluyendo la propia prensa.

Para terminar, permítaseme aclarar, que tanto como la irresponsabilidad de eludir la fijación de los límites de su propio ejercicio, existe otra gran amenaza para el futuro de la prensa y es la concentración de medios, que en los últimos años hemos visto crecer dentro de un proceso aparentemente carente de límites y que podría terminar en un peligroso monopolio de control de la información, tan peligroso en el gobierno como en manos privadas.

El monopolio de la información, provenga de donde provenga, hará añicos el papel de los medios en los procesos electorales.

Posted in La columna de Miguel Guerrero

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