Normalidad antes de la COVID-19 en Latinoamérica mataba más que el virus

Tegucigalpa.- La perversidad de la normalidad previa a la crisis por la COVID-19 de alguna manera «mataba más que el propio virus» en países latinoamericanos pobres como Honduras, dijo este viernes a Efe el coordinador de paz del Instituto Universitario en Democracia, Paz y Seguridad (IUDPAS), Esteban Ramos.

En declaraciones a Efe en Tegucigalpa, vía Zoom, Ramos subrayó que desde hace una semana y media el Consejo Latinoamericano de Investigación para la Paz (CLAIP) promueve el «Manifiesto por una nueva normalidad» como parte de la campaña «Una nueva normalidad es posible (y necesaria)».

Agregó que la campaña pretende «propiciar el desarrollo de un movimiento global de raíz latinoamericana orientado a la construcción participativa de otro mundo posible».

En apoyo a la campaña más de 300 investigadores, organizaciones sociales, populares, grupos de investigación y universidades de América Latina han firmado el manifiesto y se han adherido a la iniciativa, que se articula en cuatro nodos: Argentina, Brasil, Centroamérica y Colombia.

Entre los que se han adherido al manifiesto figuran el maestro Boaventura de Sousa y organizaciones de distintas partes del mundo como el Congreso de los Pueblos de Colombia, el Congreso Democrático de los Pueblos de Turquía o el Madesh Foundation de Nepal.

HONDURAS, UN CASO PARADIGMÁTICO

El coordinador del IUDPAS, que depende de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), indicó que las políticas públicas privatizadoras, las orientadas a la maximización de los beneficios, que generalmente se han venido aplicando en los últimos años, eran todas ellas contribuyentes a la generación de la pauperización popular.

Además, esas políticas públicas han contribuido a la inequidad general del conjunto de la población, beneficiando básicamente a muy pocas personas, en perjuicio de la población en general.

«En ese sentido, Honduras, por ejemplo, es un caso paradigmático. Los datos de pobreza indican claramente que la situación es crítica. Y no es crítica ahora, es crítica desde 1992, cuando el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) comienza a presentar estadísticas públicas en torno al porcentaje de población que vive bajo el umbral de la pobreza», subrayó Ramos.

Hace 25 años, recordó Ramos, coordinador general y responsable del Nodo Centroamérica, el INE señalaba que el 65,7 % de la población hondureña vivía bajo el índice de la pobreza y resulta que «en la actualidad, en 2016, en la última cifra a la que tenemos acceso del INE, nos damos cuenta de que el porcentaje de población que vive bajo el umbral de la pobreza continúa siendo del 65,7 %».

«Estamos haciendo un llamamiento para juntarnos a nivel de América Latina -señaló el académico Ramos-, para pensar otra posible normalidad», como a la que pretende regresar Honduras con una «reactivación económica inteligente», de manera gradual, a partir del 8 de junio, a casi tres meses de un confinamiento obligado por la COVID-19.

NO SE PUEDE VOLVER A LA MISMA NORMALIDAD

En opinión del titular del área de paz del IUDPAS, no se puede volver a la misma normalidad previa al estallido de la pandemia, porque «la normalidad es parte de la enfermedad que vivimos social, política y económicamente los latinoamericanos».

«Estamos muy contentos con el desarrollo del manifiesto porque ha sido ya suscrito por más de 300 académicos y organizaciones de la sociedad civil» de la región, recalcó.

El manifiesto, indicó Ramos, está expresando de manera pertinente y en algún momento adecuado, la urgencia y necesidad de transformar las realidades sociales que se tejen entre todos en América Latina.

«En ese sentido, tenemos algo que decir y sobre todo algo que hacer para transformar la situación que vivimos. El manifiesto es un elemento que nos puede aglutinar, que nos puede articular a academias, organizaciones sociales y a la población en general en torno a la construcción, junta, colectiva, de un nuevo proyecto, de una nueva normalidad», enfatizó.

Ramos consideró que es importante «problematizar la normalidad previa» y que es fundamental construir de alguna manera esa nueva normalidad, «cómo nos soñamos nosotros el mundo, cómo entendemos que tenemos que vivir a partir del fin de la pandemia en términos de salud».

Los pueblos latinoamericanos deben saber cómo tienen que abordar las democracias participativas más horizontales, más directas, que les permitan convocarlos no solamente cada cuatro años, sino de alguna manera gestionar las tomas de decisiones y desarrollar una veeduría ciudadana efectiva que permita, por ejemplo, reducir o eliminar la corrupción, que es endémica en América Latina.

El manifiesto resume en diez puntos aspectos importantes de la construcción de la nueva normalidad destacando, entre otras cosas, cómo construir «un sistema económico que no sea depredador ni de la vida, ni de los recursos naturales, sino más bien al contrario, que sea un sistema económico modelo de producción que garantice la sustentabilidad, que garantice la vida en el planeta tierra».

Ramos recalcó que se debe entender que los recursos naturales son bienes que hay que cuidar y proteger en la naturaleza.

«Tenemos por tanto nosotros, como seres humanos, el mandato de cuidarlos, de respetarlos, y de tener una relación sinérgica con la madre tierra. Hay mucho que aprender de nuestros pueblos ancestrales en América Latina en ese sentido», añadió.

Además, se puede hacer una convergencia con sectores organizados y no organizados del conjunto de la población, que de alguna manera tienen también la necesidad o se están imaginando y trabajan «por construir un paradigma diferente en el que cambiemos un poco la lógica del mío por la lógica del nuestro, por la lógica de lo común, por el buen vivir de todos», apostilló Ramos. EFE

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