La pandemia del COVID-19 trajo a Paola de vuelta, cursaba estudios de maestría en Bélgica y tocaba regresar. Más de un año viviendo en Europa ha servido para enterarse de que es negra e inmigrante, y no blanca y extranjera como pensaba.

Deambula en la casa entre el miedo y el humo del vertedero de Duquesa. Sarah corretea entre los muebles de una terraza con más adornos que historia. Ella la observa como si su mirada sirviese de resguardo. Es la hija de la empleada doméstica; no tuvo más remedio que traerla. Ajustes de la cuarentena.

Siente cómo el placer y el dolor conviven, danzan, dejando un sabor característico. No es agridulce, es el que es. Una mezcla inequívoca de vida y muerte. Observa cómo la niña toca la vida a través de su boca y sus manitas. A pesar de estar expuesta al sol, sus ojos transmiten una luminosidad innombrable, contrastan con su piel negro tizón. Esta pequeña, que ni sacada de una campaña de publicidad la mira y le sonríe. Tanta inocencia es mucho, ¡Como un amanecer! Las lágrimas empiezan a gestarse y no sabe cómo narrarlo, su alma sí. Es el corazón el que piensa.

¿Con qué cuchara se servirá Sarah la vida?, ¿Logrará terminar la educación básica sin embarazarse? Un cúmulo de interrogantes brota de su pecho, y no para de llorar. Duele imaginar que a esta personita le van a enseñar a odiar su cuerpo, este con el que ahora toca la vida. ¿Tendrá que resignarse a ser madre en la adolescencia?, ¿Le enseñarán a soñar con un hombre mayor que la mantenga?, ¿Tendrá que ocultar la menstruación, la considerará sucia?, ¿Conocerá la sexualidad a través de las redes sociales?, ¿Será esterilizada muy joven?, ¿Morirá de parto o por aborto? ¿Su pareja la maltratará?, ¿Será violada? Cosas de mujeres.

A sabiendas de que el periódico viene copado de propaganda proselitista, lo toma para distraerse y, lee: “Menor de edad embarazada por adulto da a luz trillizos”. La sociedad responde con dádivas, no ofrecen respuesta a las necesidades de las niñas y las mujeres, considera Paola. Quisiera no especular, reconoce que en República Dominicana la educación sexual, el acceso a métodos anticonceptivos y la legalización del aborto en las tres causales son objetivos inviables. Más de tres décadas fallidas, intentado que las autoridades sientan empatía por la vida de las mujeres y legalicen el aborto. Resulta que faltan diálogos más profundos. No puedo respirar.

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