El 2020 inició con predicciones negativas para el mundo, para la región y para el país, pero los dominicanos hemos sabido afrontar momentos difíciles, soportarlos y superarlos, volviendo a la cotidianidad como si nada pasara, porque la fé es nuestro fuerte.
La devastadora entrada del covid-19, el descalabro de la economía que ya aflora y las nuevas amenazas de movimientos atmosféricos, no amilanan el valor y la capacidad de trabajo de los valiosos ganaderos, agricultores, empresarios, industriales, jornaleros y emprendedores, que siempre esperan el momento para mostrar su ingenio, su eterna alegría y su vocación de trabajo y en esta ocasión, no será la excepción.

Ahora, es preciso que las autoridades comiencen a pensar seriamente en que si no producimos lo suficiente para el consumo interno, los compromisos para las importaciones, los giros especiales de divisas, las comisiones por gestión y otros beneficios de la burocracia, seguirán llevándose el sudor de los criollos, que dejan el pellejo en la tierra.

Justo es, crear las facilidades posibles para que la pequeña y mediana empresa, el agropecuario, la industria y el comercio informal, puedan recobrar, no solo el tiempo perdido, sino la voluntad mermada por la pandemia y otros inconvenientes que nos han arrodillado en los últimos tiempos.

Hay abogar por una inversión más sincera y sostenida en el sector salud, el fortalecimiento de la educación y la protección real y sin partidarismo de los dominicanos que han padecido con mayor rigor los efectos negativos de covid-19 y otros males.

El dominicano, sin importar el sexo, es de tronco fuerte como el acero, de manos firmes como la roca y de voluntad cristalina como manantial que cela su torrente y, estamos seguros que los verdaderos patriotas, los genuinos criollos no desmayarán en las jornadas que esperan, aunque sea grande el sacrificio por el porvenir.

Es tiempo de que miremos solo hacia adelante y tomemos las riendas de nuestro destino para lograr que el provenir sea colorido, fructífero y equilibrado. ¡Adelante!

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