“Regálale un ajedrez a tus hijos y que aprendan a jugar”, así le digo a los padres cuando tocamos el tema de lo que puede hacer nuestra prole en este tiempo del COVID-19. Y les agrego: “este es un deporte ideal para practicarlo en la pandemia; en nuestro país, por ejemplo, todas las semanas hay varios torneos virtuales en distintas categorías, donde se juega desde la casa”. De igual manera les resalto las virtudes del juego-ciencia.
Destacados investigadores reconocen los múltiples beneficios que brinda el ajedrez en el desarrollo de la capacidad intelectual y de las habilidades de inteligencia emocional. Afirman que el milenario juego constituye una herramienta para el mejoramiento del coeficiente intelectual y el rendimiento escolar de los niños y jóvenes. Veamos.

Atención y concentración: esta es una de las capacidades que más rápidamente promueve el ajedrez. El desarrollo de una partida puede ser arduo, con múltiples alternativas y dentro de un límite de tiempo significativo. Un descuido puede contribuir a realizar jugadas erróneas que conllevan al fracaso. El ajedrecista debe mantener un altísimo grado de concentración durante el juego, lo cual se llega a manifestar en otras áreas de su vida.

Análisis y síntesis: durante la partida, el jugador se enfrenta en cada jugada a múltiples opciones y a la necesidad de contrarrestar las amenazas del contrario. Esto implica que deba analizar varias respuestas y buscar la más apropiada.

Memoria: debido a la multiplicidad de variantes que se calculan en cada jugada, una buena memoria es un aliado muy importante para el ajedrecista. Muchas de las respuestas pueden basarse en la experiencia o el conocimiento de posiciones similares jugadas en otras partidas y para eso es necesario recordarlas.

Resolución de problemas y toma de decisiones bajo presión: durante la partida, el ajedrecista enfrenta diferentes problemas para los que debe definir y aplicar una estrategia de solución. Como el tiempo es un factor limitante en las partidas, deben también tomarse importantes decisiones sobre la estrategia a seguir bajo la presión del tiempo.

Creatividad e imaginación: en el ajedrez no es suficiente tratar de seguir patrones de jugadas estudiadas o practicadas. A fin de lograr ventajas claras sobre su oponente, el ajedrecista debe imaginar posiciones distintas a las conocidas y definir estrategias que le permitan llegar a ellas.

El razonamiento lógico-matemático: el tipo de razonamiento empleado en el ajedrez es similar al utilizado en las matemáticas. Algunas investigaciones han mostrado una correlación entre la práctica del ajedrez y el mejoramiento de las habilidades lógico-matemáticas, fundamentalmente en los niños y jóvenes.

Entonces: ¿qué esperamos para que nuestros hijos jueguen ajedrez? ¡Y se aprende con facilidad desde nuestros hogares!

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