Enriquillo Amiama cumplió 38 años como artista profesional. Su obra la define como el reflejo de su experiencia en el amor, Dios, la vida…, captadas primero como fotógrafo. “Las imágenes me sirven de inspiración, unidas a cualquier elemento de la realidad, así como obras de otros artistas de las que me apropio para crear un nuevo universo visual”, manifestó el artista, quien desde 1982 ha utilizado de manera aleatoria textos escritos a mano, usando todos los materiales que encuentra y las tecnologías que va descubriendo. Comentó que el arte le ha dado muchas satisfacciones, siendo su mayor dicha la que siente “cada vez que tomo un pincel o cuando leo lo que una persona expresa al ver mis obras”. Recordó con orgullo cuando en 2003 su obra apareció en una de las portadas de los directorios telefónicos de la antigua compañía de teléfonos Codetel junto a los artistas Yoryi Morel, Darío Suro, Jorge Severino, Celeste Woss y Gil, Paul Guidicelli y Arturo Grullón. Recientemente, Amiama donó pinturas a favor de afectados de COVID-19, valoradas en US$25 mil, y solicitó a los interesados en colaborar contactarlo por Instagram o Twitter.

¿Cómo se siente de que lo cataloguen como un maestro del arte dominicano?
Es un honor estar al lado de figuras que admiro tanto, pero la verdad trato de no pensar en eso. Aunque es cierto que las técnicas y conceptos plasmados en mis obras han influenciado a otros artistas, nunca he oído a un crítico o curador hablar del maestro Pollock, Koons, o el alemán Gerhard Richter. Ese término, aunque halaga, suena anticuado y ningún vanguardista quiere sentirse añejo.

¿Cómo han evolucionado sus pinturas con el pasar de los años? ¿Qué reflejaban antes y qué reflejan ahora?
Mis trabajos reflejaban paz, armonía, amor, espiritualidad. El 11 de septiembre provocó un cambio mayor. La violencia que atenta contra la belleza, la vida, la fragilidad nuestra, fueron elementos mostrados en mi primera individual en Nueva York en 2003. Usé flores como metáforas de la agresión a la mujer, a través de divisiones geométricas radicales. Ahora soy menos introspectivo y llevo cerca de diez años inspirado en las redes sociales. La crítica Bélgica Rodríguez escribió que creé un estilo de arte pop inspirado en ellas.

¿Qué le preocupa como artista?
Me preocupa la perfección técnica, en especial la composición, claridad del mensaje, el valor como inversión para coleccionistas que me siguen apoyando, la proyección de la cultura dominicana como instrumento de identidad y progreso para fortalecer nuestra economía. Soy parte de nuestra cultura y trato de que el mundo la conozca y busque República Dominicana.

¿Qué aprendizaje le ha dejado su trabajo como artista?
Que el arte nos abre los ojos y nos ayuda a entender muchos porqués de la vida. Por eso a los nobles les enseñaban artes como parte de su formación integral, no para que fueran artistas, sino personas iluminadas, capaces de dominar las ciencias, la cultura y por ende a los pueblos. Para Da Vinci lo principal era educar el ojo, la mirada…

¿Cuál ha sido su mayor reto en la pintura?
Ser creador y no repetidor. Mientras más conozco técnicas y estilos, más comprometido me encuentro con mi contexto real, espacio y tiempo. Soy parte del todo: dominicano, caribeño, latino, americano, humano. Mi misión es crear lo que me toca como individuo, conforme a los dones recibidos y/o aprendidos y contribuir a hacer mejor nuestra existencia y la de los que vendrán después.

¿Se puede vivir del arte, puede esta profesión cubrir una necesidad básica de los seres humanos?
Gracias a Dios se puede. Tuve éxito desde mis inicios, gracias a consejos y estímulos de artistas, críticos, y galeristas, como Bidó, Severino, Elsa, Marianne de Tolentino, Gerón, Laura Gil, Mari Loli de Severino, por mencionar los principales. El arte, en especial el contemporáneo, es una mina de oro; pero tiene sus reglas propias de mercado que hay que conocer y estudiar para poder manejarlas con eficiencia.

¿Cuál es el lenguaje que usualmente presentan sus obras?
Presentan un estilo posmoderno. Desde 1983 he estado mezclando realismo y abstracción con toques de pop. Esa hibridación no tenía etiqueta hasta los 90’s. Según críticos internacionales, fui uno de los pioneros, aplaudido por muchos, criticado por otros; pero el tiempo le dio la razón a los que entendieron que yo estaba usando códigos novedosos, y que alrededor del planeta otros artistas sin conocernos, estábamos en sintonía. No había internet. Parece que existe una conexión tal vez espiritual que subyace invisible, pero activa.

¿Cómo ve el arte en RD con relación a otros países?
Aquí existe mucha calidad y creatividad, aunque poco apoyo económico. A menudo se privilegia a un artista que va acorde con los gustos imperantes, y se deja a otros tan o más valiosos. Los que compran tienden a imponer un tipo de obra decorativa y repetitiva. Eso ha limitado, inclusive, a maestros históricos. Se coarta la creatividad en nombre de la venta. En otros países hay más apoyo a la creación libre, tanto institucional como privadamente.

¿Son las artes plásticas apreciadas por el público en general?
No tanto. La música y el cine tienen más fans. En parte porque el arte está más asociado con las élites que pueden comprarlas. A las inauguraciones se va por invitación. Es algo sofisticado, elegante, un mundillo exclusivo. Pasa en todo el planeta; más en otros países a diferencia nuestra, los que compran obras en millares de dólares, las prestan o donan a museos e instituciones donde el pueblo puede disfrutarlas por un bajo costo o gratis. No tenemos esa cultura museística. Hay pocos museos de arte y pocos saben que tienen derecho a disfrutarlos y divertirse. Sí, el arte muchas veces es divertido y antiestrés, al igual que lo disfrutan los más cultos y formados.

¿Qué desafíos imponen las artes plásticas en el país? ¿Hacia dónde entiende que se encaminan?
Estamos a punto de dar un salto cualitativo. Se está trabajando con la parte docente, hay nuevos artistas con un lenguaje más innovador, rebeldes con causa, haciendo caminos y atrayendo atención internacional. Por igual, hay galeristas visionarios, como Lyle Reitzel que apostaron a la ruptura y se han consolidado en el mercado. Todo eso es positivo y esperanzador. Las artes dominicanas deben reflejar la evolución social, global, y es imprescindible que surjan nuevos mecenas, privados, corporativos y gubernamentales. Que aparezcan nuevos Bellapart, nuevos Miguel Cocco, en fin, personas que valoren y apoyen económicamente a los creadores. Que se entienda que el desarrollo de la cultura es esencial para beneficiarnos como sociedad, además de que el arte contemporáneo junto al turismo cultural mueve billones de dólares en el mundo.

Trabajo
Mi misión es crear lo que me toca como individuo, conforme a los dones recibidos y/o aprendidos y contribuir a hacer mejor nuestra existencia y la de los que vendrán después”.

Opinión
El arte, en especial el contemporáneo, es una mina de oro; pero tiene sus reglas propias de mercado que hay que conocer y estudiar para poder manejarlas con eficiencia”.

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