Al analizar las circunstancias a las que se enfrenta nuestro sector turismo, aceptado que es el más dinámico, tenemos que considerar un conjunto de factores externos.
El impacto de la situación creada por el virus en nuestros principales mercados: Estados Unidos (42%), Canadá (16%), Francia (4%), Alemania (4%), Rusia (4%), Argentina (4%), España (3%), Inglaterra (3%), Brasil (2%) y Colombia (2%). Por región América del Norte (60%), Europa (24%), América del Sur (13%). Son cifras (redondeadas) correspondientes al 2018, último período de crecimiento “normal”. Los primeros 10 mercados aportan el 86% de los turistas, es decir, 4.8 millones de los 5.6 millones que recibimos de referencia. Hoy, el virus ha puesto patas arriba a nuestros principales mercados, y esto incluye toda su dinámica social y económica (desempleo, desastroso comportamiento económico, cuestionamientos a su liderazgo, pérdida de confianza en el futuro, rupturas en su cohesión social, etc.). ¿Qué podemos hacer?

Lo otro es la estructura que soporta la industria turística mundial. Nos desfavorece la dependencia del transporte aéreo (somos una isla), un negocio hoy en una profunda crisis, al igual que de los turoperadores que manejan las más activas redes de comercialización, también en dificultad. En el 2018, el 38.6% de los turistas que llegaron se informaron de nosotros en agencias y turoperadores, el 38.2% con amigos y el 17.8% en Internet.

Poquísimo o nada podemos hacer para influir –por ejemplo- y cambiar estos factores y otros relacionados presentes en el cuadro de la crisis. Lo que sí podemos hacer es mirar hacia adentro, trabajar para controlar los aspectos internos y apoyar la supervivencia de nuestra industria turística, que hasta ahora ha sacado muy buena nota (dicen las encuestas del Banco Central) en la calidad de su hotelería, sus aeropuertos, sus playas, restaurantes y servicios en general; como lo demuestra que entre el 93% y 99% de los turistas (dependiendo del mes en que vino) vieron cumplidas las expectativas de sus vacaciones. Al pensar en el reto de cómo reinsertarnos en la industria turística mundial post crisis, debemos centrarnos en los componentes que dependen de nosotros. Necesitamos salir bien, manejando muy bien el proceso y evitando a cualquier precio proyectar una imagen de caos, y que somos empresarios y autoridades actuando a tientas porque no sabemos qué hacer para sacar adelante el país y el turismo.

Hoy tenemos unos puntos de ventaja que no podemos perder. Me explico. Según el boletín 35 correspondiente al 22 de abril, la incidencia del virus acumulada por 100,000 habitantes es mayor en las provincias Duarte (183.0), Hermanas Mirabal (153.0), Distrito Nacional (134.3), La Vega (94.3), Monseñor Nouel (91.8), Sánchez Ramírez (88.2), Espaillat (67.5) y Santiago (66.4). Por municipio, el 66.4% de los casos se concentran en Santo Domingo de Guzmán (25.3%), Santiago (12.0%), San Francisco de Macorís (9.4%), Santo Domingo Este (8.7%), La Vega (5.8%) y Santo Domingo Oeste (5.2%). Ninguno de estos está incluido en la lista de las principales provincias o municipios turísticos.

Además, un seguimiento a las 5 provincias que alojan los principales municipios y distritos municipales turísticos indica que sólo acumulan el 9.7% de los casos identificados (535 de 5,543) y el 8.7% de los fallecidos atribuidos al virus (23 de 265). La curva que representa el crecimiento de la pandemia en el país no es tan pronunciada, pero en comparación, la de las provincias turísticas es muy plana. Deberíamos preservar esto. Con datos más específicos, los resultados serían mucho mejores (Ojalá nos entreguen las estadísticas de los municipios y distritos municipales turísticos).

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