El liderazgo político nacional aprueba examen con calificación de sobresaliente. En un país -para bien- tan crítico, afirmar lo anterior puede lucir una exageración; pero el hecho de haber cambiado la fecha de las pendientes elecciones presidenciales y congresuales para el 5 de julio con la plena aceptación de las y los líderes políticos es un hecho que debe ser valorado y plenamente reconocido.
El consenso adquiere una dimensión mayor al considerar la razón de fondo: el país como el mundo se enfrenta a una tragedia de salud pública cuya ocurrencia equivalente más próxima se remonta a 102 años con la Influenza de 1918.

Todo está previsto para el desarrollo de las elecciones presidenciales y congresuales. Con la experiencia acumulada a la que se suman tanto los aciertos como los errores y el debido cuidado en estas circunstancias se ha entendido posible hacer realidad tan importante compromiso nacional.

Corea del Sur frente a la pandemia COVID-19 realizó el pasado miércoles 15 de abril las elecciones legislativas más concurridas desde el 1992. Es correcto agregar que Corea del Sur ha sido además de los países más certeros en la gestión de la pandemia. Aun así consultaron previamente a la población sobre la pertinencia de realizar las elecciones y el 72% estuvo de acuerdo.
Cada país es una realidad irrepetible, por lo que lo dicho respecto a Corea es sólo una muy lejana y posiblemente incontrastable referencia.

Ya dijimos que el liderazgo político nacional pasó la prueba con sobresaliente. Si solo fuese ese examen y así aspiramos que sea; y si además se realizan en ese escenario previsto las elecciones presidenciales y congresuales de manera apropiada de lo cual entendemos que sí es posible, la República Dominicana habrá salido airosa de uno de los desafíos de salud pública, políticos y sociales más complicados en toda su historia republicana.

Más si no es posible realizar las elecciones antes del 16 de agosto, han de prepararse para otra prueba mucho más difícil. Ya las primeras señales de su complejidad se manifiestan al observar cómo entre destacados juristas se ponen en clara evidencia lecturas y consideraciones tan diferentes y hasta diametralmente opuestas de la respuesta constitucional e institucional que procedería.

Ese otro escenario pondría en riesgo la continuidad de la dirección y gestión del Estado dominicano respecto al cual la pandemia ha demostrado en todo los países- aun con sus deficiencias- su trascendental importancia, es oxígeno vital para las sociedades.
Por lo que en ese otro escenario el liderazgo político estaría compelido a aprobar también con muy buenas calificaciones tan dura prueba.

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