No podía ser otro que un médico, el doctor Bernard Rieux, protagonista central de la novela La Peste, de Albert Camus, escritor francés fallecido en un accidente automovilístico en 1960 a los 47 años. El drama de la enfermedad surge desde que el galeno tiene que trasladar a su mujer quebrantada a la montaña y decide quedarse en la ciudad de Oran, escenario de La Peste, para socorrer a sus pacientes más empobrecidos, donde descubre que en medio de la mortal epidemia las personas muestran los mejores sentimientos y actitudes. Tal vez porque el autor siempre vio en el ser humano más virtudes que defectos, no resaltó que en las crisis otros evidencian su más abyecta perversidad.
En la novela del Premio Nobel de Literatura 1957, cuyo relato comienza precisamente un 16 de abril de 194…, la epidemia de Oran se extingue con el esfuerzo de todos, pero entre los ciudadanos queda el temor de que regrese en cualquier momento. Intelectuales dominicanos como la filósofa Lucitania Martínez entienden que la obra gemela de La Peste, entre las producidas por Camus, es el ensayo El hombre rebelde, donde hace un inventario de todas las rebeldías emprendidas por Occidente contra la opresión y la injusticia desde la Revolución Francesa iniciada en 1789 hasta sus días. Su muerte a destiempo le impidió ver en 1989 el colapso de lo que fuera el parto de la Revolución Rusa de 1917, uno de sus modelos de rebeldía, con la caída del bloque socialista del Este.
Nada cambiará la inmanente e inherente rebeldía humana, “única criatura que se niega a ser lo que es”. El autor, que compartió contemporaneidad con filósofos coterráneos como el católico Jacques Maritain y el existencialista Jean-Paul Sartre, junto a los escritores François Mauriac André Malraux y Gabriel Marcel, con una apabullante hegemonía marxista, observó que su generación se quedó a la espera de dos parusías: la evangélica, con el retorno de Jesús; y la revolucionaria, con el triunfo del socialismo. Definitivamente brillante.
