Semana Santa, la semana más importante para el cristianismo donde conmemoramos cada año la Pasión de Cristo, la entrada a Jerusalén, la última cena, el viacrucis, la muerte y resurrección de Jesús, que vino al mundo para perdonar nuestros pecados.

Semana Santa: miles acudimos a los cultos, miles salen de la ciudad a reunirse con familiares que hace tiempo no ven, con amigos, ir a las playas, a los resorts turísticos del país.

En esta Semana Santa estaremos aislados, preocupados por nuestros seres queridos, por los muchos que ahora sufren más que antes, por el rumbo de las empresas, del trabajo… No habrá ríos o playas, volvemos a la época que era un niño, el Viernes Santo hablábamos en tono muy bajo, a nadie se le ocurría decir palabras obscenas, no había baño de río o de playa porque nos saldría una cola de pescado y la música en la radio era clásica, que todos la catalogábamos como música de muertos.

Esta Semana Santa será diferente, no será la de la música y la bulla en las playas, en las montañas, en las piscinas del malecón, la bulla tan típica de nuestros barrios, los amigos reunidos a jugar dominó, no habrá comilonas en grupo y se deberá respetar el no viajar y el toque de queda.

Luego de muchas indefiniciones inició el programa FASE, que aplica a las empresas que han suspendido su personal con aportes que surgen de los montos acumulados en la póliza de accidentes laborales, la cual tenía acumulada importantes sumas de dinero que los empresarios veníamos aportando desde el año 2000 y que en sus inicios se pensó serviría como seguro de desempleo, así que finamente está cumpliendo con sus propósitos.

Los empleados de las empresas que han pedido suspensión recibirán sumas entre 5,500.00 y 8,500.00 y lo que se sugiere y es algo que todos, en la medida de las posibilidades, empresas grandes, medianas y pequeñas estén en capacidad, el de poder completar el salario de nuestros colaboradores.

Es aprovechar esta semana tan importante para los cristianos para pensar en los demás, esa solidaridad de la que hablamos y que hoy más que nunca tenemos que practicarla.

En estos días centremos nuestros WhatsApp en la oración, en pensar cómo puede ser nuestro aporte, cualquiera que sea posible, para contribuir a un mundo mejor.

Cuando estemos pensando en estos días y cómo superar esta crisis global que nos afecta a todos, donde tantos se han enfermado y otros han perdido la vida, no dejemos de rezar por ellos, muy importante también por los que no pueden quedarse en sus casas resguardados y son los verdaderos héroes de esta pandemia: médicos, sacerdotes, enfermeras, farmacéuticos, funcionarios públicos, suplidores de alimentos, vigilantes, policías, militares, personal que debe trabajar en fábricas de productos esenciales.

Uno de los regalos que más aprecio fue de parte de Sor Carmen, un ángel que se le escapó a Dios y que da su vida por sus enfermos del Robert Read, fue el libro titulado “El Papa de la Ternura”. Escrito por Eva Fernández sobre el Papa Francisco I y quiero compartir este párrafo con ustedes.

“¿Qué es la ternura? Es el amor que se hace cercano y concreto. Es un movimiento que procede del corazón y llega a los ojos, a los oídos, a las manos. La ternura es usar los ojos para ver al otro, para oír el grito de los pequeños, de los pobres, de los que temen el futuro: escuchar también el grito silencioso de nuestra casa común, la tierra contaminada y enferma. La ternura consiste en utilizar las manos y el corazón para acariciar al otro. Para cuidarlo”. ¡Felices Pascuas de Resurrección!

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