En estos días releía un viejo libro, en razón de una discusión mantenida en nuestro doctorado de Historia del Caribe en torno a la historia de los subalternos y el pobre desarrollo de este tema en la historiografía dominicana, siempre sometida a cánones clásicos y poco riesgosos. El texto en cuestión fue el de La tierra del pecado, entre la quimera y el anhelo: Historia de la prostitución en Costa Rica 1750-2005. Conocí a su autor, al prontamente fallecido historiador Juan José Marín diez años atrás en la Universidad del Costa Rica y la discusión me provocó el recuerdo. Su trabajo, ameno, divertido y riguroso revisa la historia de la prostitución en Costa Rica desde el tiempo colonial hasta nuestros días, abordándola como un hecho de la realidad social de este pequeño país de América Central. Desde el comienzo del libro, el autor, basándose en un amplio manejo de fuentes y bibliografía, y enmarcándose en un modelo interpretativo de la historia social, hace un repaso de la aplicación de los códigos morales y legislativos que dieron cuenta de este asunto en la vida costarricense.

Según se nos explica en el propio libro, el delicado tema de la prostitución en Costa Rica no es nuevo, ya que al menos hubo con anterioridad otros dos intentos de tratar de comprender históricamente las raíces de este fenómeno social. El que llevó a cabo el investigador Marco Tulio Celedón en la década de los cuarenta del pasado siglo, que pretendió reconstruir esta historia social para demolerla como un experimento inútil e inmoral que debía traducirse en su prohibición total y la proscripción de la gente que la practicaba, y un segundo que fue el que se hizo en los albores de la década de los años sesenta llevado acabó por el Ministerio de Trabajo, que intentó comprender los porqué de esta institución social para encaminar su labor hacia la protección de la niñez, con la ingenua idea de que con un conocimiento más amplio de este problema se podrían buscar soluciones para controlar, contener y hasta curar a los afectados. Ahora bien, el libro aparte de reconstruir el pasado de esta siempre conflictiva realidad social, lo que pretende es sacar a la luz una historia controvertida y poco conocida, para analizarla a lo largo de la historia y con ello sensibilizar a la sociedad de la responsabilidad que tiene frente a esta situación que es parte de ella misma, y mostrarnos que el comportamiento sexual de los seres humanos, a pesar de lo privado, tiene hondas repercusiones en los ámbitos sociales. La historia de la prostitución es de tan larga data como la historia misma de la humanidad, su práctica ha sido y es constante y como dice el adagio popular “es el oficio más antiguo del mundo”, por tanto, como realidad histórica ha estado ligada a todas las civilizaciones. Teniendo en cuenta que su significado ha variado como fenómeno social a lo largo del tiempo y que no tiene causas únicas, el trabajo es más que pertinente, necesario, y quizás fue un buen ejercicio para reflexionar en cómo mirar por dentro nuestras sociedades caribeñas y latinoamericanas, tan poco preocupadas por su memoria social y como si silenciarla tapase sus pecados.

Es mucha y profusa la historiografía sobre este tema en España, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y un largo etcétera. Por eso queremos mencionar aquí la necesidad y el compromiso de la historia en el análisis de su sociedad, sobre todo las nuestras caribeñas, donde esta realidad la vemos en nuestras calles, pero no la queremos reconocer. Muchos hombres y mujeres la practican, pero son invisibilizados, como si eso nos escondiera otros problemas que no queremos reconocer. El capitalismo lo mercantiliza todo y esto también es negocio. Pensamos en la necesidad de estos trabajos para la sociedad. El libro se divide en seis capítulos. El primero se remonta al período colonial, donde, como menciona el autor, si bien no existió una prostitución reglamentada, los ideales religiosos y el choque sociocultural de la ocupación europea crearon percepciones que fueron asumidas como licenciosas. El segundo va hasta cuando se establecen las primeras normas, bajo la influencia del liberalismo en el siglo XIX.
El capítulo tercero se centra en la llegada del discurso médico y del concepto higiénico y desacertado de la enfermedad. El cuarto analiza, con la llegada del siglo XX, la reglamentación del oficio y el papel que guardó el Estado en la regulación de la moral pública. El capítulo quinto muestra el papel algo más tolerante del Estado del bienestar, y el sexto y último, que nos parece muy comprometido y valiente, es un viaje por los tiempos crueles y deshumanizados del neoliberalismo contemporáneo donde la única moral es el negocio por el negocio.

Concluye el libro con una reflexión de las percepciones actuales sobre el asunto. La obra puede ser incómoda para cualquier institución dentro del marco de los establecimientos públicos por lo sincero de su reflexión y por ello llegó a tener incluso problemas para su publicación, motivo que lo hace más apetecible para cualquier lector que quiera hacer una valoración sobre un asunto tan viejo como la propia humanidad. Es un trabajo bien estructurado y con un soporte científico muy sólido. Creemos que es un ejercicio importante el compromiso de la historia y los historiadores con la sociedad para la que trabajan. A lo mejor aquí no estaría mal investigar sobre ello dada la vigencia de este ejercicio profesional.

Posted in CulturaEtiquetas

Más de gente

Más leídas de gente

Las Más leídas