La historia concluyó que la tragedia del trasatlántico británico Titanic (1500 muertos), hundido en el Atlántico Norte durante su viaje inaugural en abril de 1912 tras chocar con un iceberg, fue la consecuencia de la arrogancia. De los constructores, la naviera White Star Line, que no le dispuso suficientes botes salvavidas al creerlo “inhundible”.

Y de la tripulación; el capitán Edward Smith ignoró advertencias de otros barcos sobre los peligrosos témpanos de hielo. El desastre de las elecciones municipales ha sido también error de arrogancia del “capitán” Julio César Castaños Guzmán, presidente de la JCE.

Contra advertencias echó a la mar con un peligroso sistema de votación automatizado y el hundimiento potencial sucedió. Ojalá no se hunda nuestra democracia.

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