Quien tiene a Dios ya es rico, es pleno, tiene paz, tiene gozo, tiene fe, tiene propósito, tiene vida, tiene recursos, tiene el cielo y no tiene porqué preocuparse. Él es la fuente de toda bendición en el cielo y la tierra.

Dios de antemano conoce muy bien nuestras necesidades, no obstante, quiere que le pidamos, que estemos conscientes si en verdad queremos sus bendiciones y el compromiso que conlleva administrarlas sabiamente. Dios quiere que reconozcamos la dependencia que tenemos de Él, anhela que entendamos que sólo necesitamos una fe enfocada y el cielo inequívocamente nos dejará saborear su perfecta voluntad. ¡Puede no ser una gran fe, pudiera ser tal como un granito de mostaza, pero siempre apuntando al gran Dios que tenemos.

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