Ver al Cardenal y Arzobispo Emérito de Santo Domingo, Nicolás de Jesús Lopez Rodriguez, de buen humor, sonriente, comentando el último juego Licey-Águilas, es un acontecimiento extraordinario. Ver gozando la pelota (por cibaeño, debe ser aguilucho) al Mayor General de la Capellanía Militar, otrora cara de palo y distante, es algo sensacional. Ver así a este altísimo jerarca de voz tonante contra toda idea disidente de las suyas, es descubrir que detrás de aquella dura máscara hierática había un ser capaz de apasionarse con lo más mundano; había, pues, un ser humano… (Por lo cual merece ser felicitado).

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