Desde hace cinco años crea postres tradicionales y pasteles personalizados y temáticos

La pastelería es un arte que exige paciencia, dedicación e innovación. De eso está convencida Melissa Soto, dueña de Le Fondant Pastelería, un negocio que emprendió hace cinco años y que le ha servido como medio para desarrollar su creatividad e ingenio.

Cuando era pequeña, recuerda que su madre, Maximina Pérez, quien para entonces tomaba clases de pastelería, la inscribió en clases de pintura. Sin embargo, cada vez que su progenitora iba a practicar lo que le habían enseñado, Soto la acompañaba con el interés de aprender.

“Obviamente no podía estar en la misma clase que mi mamá, porque era solo para adultos. Pero desde chiquita me encantaba verla hacer camuflajes y postres”, manifiesta esta emprendedora.
Soto estudió en el Politécnico María de la Altagracia (Pomavid), en Villa Duarte. Allí recibió pastelería como materia. A medida en que iba aprendiendo, fue practicando. “Lo primero que comencé a hacer fue pastel de tres leches. Los hacía en mi casa, para mis familiares, quienes quedaban fascinados. Regularmente elaboraba uno, pero los disfrutaban tanto, que tuve luego que empezar a hacer dos en un mismo día”.

Tiempo después, conoció a Elmes Vásquez, con quien entabló una relación y posteriormente se casó. “Él fue el primero que probó mis postres a parte de mi familia. A veces cuando cumplíamos aniversario en meses le regalaba flanes y otros postres. Le encantaban. Luego seguí elaborando más para mis amistades más cercanas”, asegura a elCaribe.

Una vez entró a la universidad, a estudiar Arquitectura, su labor entre el mandil, mangas pasteleras y moldes disminuyó un poco. “Cuando estaba haciendo la pasantía de mi carrera, quería quedarme trabajando, pero no conseguí el empleo. Decidí darle forma a mi proyecto, especialmente porque tenía el respaldo y el apoyo de mi esposo y mi familia”.

Le Fondant Pastelería nació oficialmente en el 2015. “Lo tomé como mi trabajo completo”, expresa con orgullo Soto, quien admite que este proyecto ha fortalecido su autoconfianza, “me ha hecho creer más en mi capacidad”.

“En ocasiones le daba larga a los trabajos porque sentía un poco de miedo para hacerlos, pues pensaba que no era capaz. Sin embargo, cuando comenzaba a elaborarlos y terminaba, me sorprendía porque quedaban mejor de lo que pensaba”, cuenta.

Diversidad

Mientras iba avanzando, fue agregando diferentes opciones. En ese sentido, subraya que hoy día ofrece biscochos temáticos y personalizados –que cada vez son más solicitados-, así como mesas de postres, tres leches, cheesecake, polvorones, besos de novia, entremeses, galletas decoradas, Cinnamon Rolls, Macarons, entre otros.

Para esta emprendedora, la creatividad en el negocio de la pastelería es lo fundamental. “Debe estar desarrollada, para poder interpretar en su justa medida lo que el cliente realmente quiere y necesita”, dice en ese orden, al tiempo que agrega que “hay muchas personas que vienen con una idea, pero quizás no saben cómo expresarla. Pero de inmediato puedo reconocer qué es lo que busca y espera. Además, mi papel es indicarles qué cosas son posibles y cuáles no lo son”.

“La pastelería es un área donde hay continuamente novedades y cambios. Afortunadamente, siempre estoy atenta a eso, para brindarle a mis clientes los mejores productos”, apunta.

Soto considera los detalles y la terminación la parte más importante de todo su trabajo. “Porque un buen pastel se compone de dos elementos fundamentales: un buen sabor y un atractivo diseño. Eso hace la diferencia, en esta profesión tan competitiva”.

A través de @ lefondantpasteleria (en Instagram) esta emprendedora muestra sus trabajos a su audiencia digital. Dice que la tecnología se ha convertido en la herramienta más “favorable” para captar clientes.

“Las redes han servido de puente para que la gente pueda ver lo que hago, para que sean parte de esta experiencia y compartan su parecer”, expresa Soto, quien se considera una joven “soñadora y arriesgada”.

“Mi esposo ha hecho que el camino sea más fácil”

Además del empirismo, Melissa Soto adquirió conocimientos sobre pastelería en varias entidades a través de cursos y talleres, como el Instituto Nacional de Formación Técnico Profesional (Infotep) y el Instituto Técnico de San Luis. “Aunque tenía conocimientos sobre el tema, decidí tener un título para abalarlos y adquirir más experiencia”, señala. Soto explica que el camino no ha sido muy fácil, “porque al ser un negocio nuevo, te enfrentas al tema de ganar la confianza de la gente. Pero he contado con el apoyo de mi esposo, que ha hecho que el camino sea más fácil, gracias a sus consejos y motivación”. “Nos hemos arropado hasta donde hemos podido, pero incluso eso, ha sido suficiente porque no nos ponemos metas inalcanzables”, acota, Soto, quien elabora sus postres por pedidos.

Creatividad
Para esta emprendedora, la creatividad es fundamental en el negocio de la pastelería.

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