Hasta el más quedao dominicano sabe que la primera virtud de unas elecciones, es que sean justas y limpias, y que con un gobierno entero haciendo campaña y usando los fondos públicos, no hay forma de que sean justas ni limpias.

La gente sabe que en su condición de árbitro la JCE debe cumplir y hacer cumplir las reglas del juego, la Constitución y las leyes. Pero la gente ve a los funcionarios violándolas abiertamente, sin que el órgano electoral haga lo que tiene que hacer para que se cumplan, incluso cuando formalmente se lo solicita y resolicita la oposición, el PRM.

Lo malo de eso es que nos estruja la llaga de una de las más feas y perversas enfermedades del alma y el carácter de la mayoría de los dominicanos, que es simular que no nos damos cuenta cuando hacemos lo mal hecho, como ensuciándonos encima dizque sin darnos cuenta.

Así no hay país que avance, porque el cumplimiento de la norma es la base de toda civilización, lo contrario es Concho Primo, la barbarie que sufrimos y que nos lleva a que aquí nadie respete nada, en lo que se han montado a sus anchas el crimen organizado y la delincuencia común que nos joden almas y haciendas.

Ese defecto tan feo del alma y el carácter en muchos dominicanos es responsable del atraso que nos oprime y no nos deja desarrollarnos como sociedad democrática, organizada.

Por suerte, creo yo, ese daño a la psique, que nos ha hecho tan simuladores, tan hacernos los locos o los sinvergüenzas es un mecanismo de defensa por los miedos con que nos ha calado los huesos y el subconsciente el autoritarismo de estado que, ayer como hoy, pisotea las leyes y atropella derechos, está llegando a su fin.

Llegando a su fin porque ya las nuevas generaciones de dominicanos, los nativos digitales, es gente no dada a transar sus convicciones y son rabiosamente sinceros, por dura que sea la realidad.

Se dirá que los del pleno de JCE no pueden impedir que el señor gobierno incumpla la ley.

Entonces que renuncien. Vendrán sus suplentes que son un verdadero comité de base del PLD, la trampa lo montó todo muy bien.

Pero tal vez sea mejor así, a ver si se arma la de Troya, y entonces sobre las cenizas que queden del edificio de la JCE levantamos en la Plaza de la Bandera un monumento a la democracia, allí por donde sale el sol.

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