Aunque puede ser un síntoma de depresión, este sentimiento también puede ser en repudio al consumismo en esta época

El espíritu navideño ha sido asociado, de manera general, a sentimientos de alegría estimulados por los intercambios de regalos, las bebidas, los exquisitos y abundantes manjares. Hay también quienes reciben la Navidad con sentimientos encontrados, como un tiempo agridulce teñido de nostalgia y melancolía porque no comparten con seres queridos que ya han partido.

El espíritu festivo suele contagiar a la generalidad de manera muy notable en la medida en que se aproximan las celebraciones. Incluso, los “Grinch” (el nombre proviene de un personaje ficticio que odia la Navidad) que repudian el consumismo y los excesos navideños terminan “calentando los motores”.

Y es un sentimiento general tan sobresaliente que ha motivado a neurólogos a investigar los mecanismos biológicos que activan ese espíritu navideño, y si este se dispara desde alguna zona del cerebro.

Un estudio realizado en Dinamarca por un equipo de profesionales médicos, encabezado por Andrés Hougaard, investigador en neurología, intentó localizar el llamado espíritu navideño utilizando imágenes de resonancia magnética.

Sin embargo, aún no se ha determinado en que parte del cuerpo humano reside y qué mecanismos biológicos están involucrados.

Participaron diez personas sanas del área de Copenhague que celebran habitualmente la Navidad y otras diez sanas que viven en la misma zona y que no tienen tradiciones navideñas.

Para ello, se midió la activación cerebral durante la estimulación visual con imágenes con un tema navideño intercalada con otras neutrales que no contenían nada que simbolicen la época.

Luego se calculó la diferencia entre los dos grupos.

En el grupo que celebra la Navidad, la activación cerebral fue más activa en las áreas cerebrales asociadas a la espiritualidad, los sentidos somáticos y el reconocimiento de las emociones faciales, entre muchas otras funciones.

Se llegó a la conclusión de que hay una “red de espíritus navideños” en el cerebro humano que comprende varias áreas corticales. Esta red tuvo una activación significativamente mayor en gente que celebra la Navidad con asociaciones positivas en comparación con gente que no tiene tradiciones navideñas y asociaciones neutrales.

Se necesita más investigación para comprender este proceso en el cerebro, por lo que estos hallazgos deben interpretarse con precaución.

Factores que inciden

“Existen personas a quienes la Navidad no les gusta y ese rechazo puede tener diferentes causas. En algunos podría deberse a experiencias vividas que ocurrieron en la época o, como en la Navidad todo gira en torno a reuniones y a la unidad, muchos arrastran situaciones personales, vivencias de soledad, sensación de abandono, nostalgia por el propio cambio que da la familia que muchas veces, a medida que crece, se va desmembrando, entonces todo eso hace que a algunas personas les incomode la Navidad”, así lo explica la psicóloga Adrian Teonilda De Oleo, entrevista por elCaribe sobre el tema.

A otro segmento de la población le molesta el consumismo y el hecho de que se quiera empujar a comprar, a gastar, después de un año de limitaciones y sacrificios. Eso, asegura, los predispone a rechazar la época de Navidad.

Haciendo referencia al estudio que encabeza este trabajo, De Oleo enfatiza que aquellos a quienes no les gusta la Navidad arrojaron una disminución en su función en lo relacionado al área social.

“La Navidad es una época en la que nos vemos empujados a socializar; se realizan reuniones de trabajo, entre amigos y familiares… lo que genera cierta tensión que podría desencadenar en algo desagradable”, apunta.

Aclara que una cosa es no gustarle la Navidad, otra es la depresión estacional, esa tristeza que ocurre sobre todo en los países donde se aprecia más la retirada del sol a horas más temprana que el resto del año. Los días son más cortos y eso hace que la falta de luz solar provoque cierta tristeza, melancolía. “Son dos cosas muy distintas”, subraya. Quienes han tenido pérdidas importantes en esta época, la pena por esa ausencia acrecienta en estos días festivos, esta es otra causa de rechazo a la temporada. “Otras experiencias negativas, como divorcios o abandonos, los sentimientos que intervinieron afloran de manera especial en estos días, recordando las tradiciones que hacíamos con esas personas, ya ausentes, en Navidad”, explica.

De Oleo entiende que el ambiente, la decoración, la música y el tipo de comida que se consume, nos invitan a la alegría, “más que una alegría eufórica, muchos la experimentan con cierta nostalgia porque nos evoca el pasado. A medida que vivimos vamos experimentando pérdidas y en Navidad esas pérdidas se hacen sentir con mayor fuerza”, subraya.

La timidez y la poca sociabilidad son algunas de las características que definen a quienes no les gusta la Navidad.

“Precisamente, debido a que la época nos lleva a compartir, hay personas muy críticas, que les molesta el consumismo, rechazan esta época por la asociación que tiene con el derroche y las compras en exceso ”, sostiene.

No es la mejor época para este tipo de personas por sentirse empujados a socializar, a poner buena cara al participar en encuentros y reuniones.

“Otro rango de personas lo constituye aquellas que son poco tolerantes, la tensión que subyace en nuestros sistemas familiares brotan. Quienes no son muy tolerantes eso les genera más tensión y les hace huir de ese tipo de festividad”, señala De Oleo.

¿Cómo lidiar con ellos?

Debemos ser respetuosos, invitarlos a pasar un momento agradable pero no obligar a nadie a estar feliz.

“No podemos obligar a otro a que se sienta bien cuando no tiene esa disposición, sugiero invitarles de manera delicada pero no imponerse. Entendiendo que muchas veces quien está a nuestro lado es diferente. Se deben respetar sus intereses. Obligarlo a sentirse feliz, cuando no lo están, los hace sentirse mal y sentirnos mal nosotros”, recalca.

Impacto en el entorno

Compartir estos días navideños con personas que no son amantes de la festividad es un reto porque pone a prueba nuestro nivel de tolerancia.

“Tenemos que entenderlos y respetarlos, no siempre la gente está en disposición de celebrarla ya sea por creencias religiosas, por experiencias vividas, por timidez, en fin, debemos dejar que cada quien viva el momento como mejor lo siente”, dice De Oleo.

“Debemos ser tolerantes y poner en práctica nuestra capacidad de amar que es precisamente a lo que nos invita el espíritu de la Navidad”, indica.

¿Qué celebramos? El nacimiento de Jesús y, precisamente, vino a traer paz y unión a la Humanidad.

“En la tolerancia y en el amor; en la aceptación de la diferencia del otro, está el hecho de ayudar a quienes no les gusta la Navidad. Lo que a la mayoría les gusta o lo que prefiere, no es necesariamente lo que les gusta a todos, debemos ser respetuosos, hay quienes atraviesan por duelos, separaciones, nostalgia, melancolía… Exigirles disfrutar, es una presión que les incrementa su sensación de malestar”, puntualiza Adrian De Oleo.

Adrian De Oleo, psicóloga.

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