Al cierre de 2019, miembros o dirigentes de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) mostraron de nuevo el puño al ministerio de Educación, con un comportamiento propio de poder alternativo.

Dirigentes de algunas escuelas o distritos escolares decretaron por su cuenta el inicio de las vacaciones por Navidad y Año Nuevo desde ayer, que equivale obviamente al fin de la docencia de este año.

La iniciativa no parecía originada en una línea trazada por el comité ejecutivo de la ADP, pero la dirección del gremio no fue suficientemente clara desautorizando tal despropósito, sino que dio una explicación que sólo sirvió para confundir, porque al mismo tiempo convocó a unos llamados “aguinaldos” como expresión de protesta por asuntos que definen como pendientes frente al ministerio de Educación.

Al mismo tiempo, un grupo de expresidentes de la ADP se adelantó ofreciéndose como mediadores ante el Ministerio, cuando no era perceptible un estado serio de conflictividad.
El ministro de Educación Antonio Peña Mirabal fue muy categórico denunciando el propósito de interrumpir la docencia desde ayer y reclamó las prerrogativas propias del Consejo Nacional de Educación que había establecido el calendario escolar de 2019 hasta el 20 de diciembre.

Ayer en la tarde la dirección del ADP decidió someterse a la norma y se comprometió a cumplir con las directrices del sistema educativo.

En consecuencia, las clases continuarán según el programa y los padres quedan con el compromiso de enviar sus hijos a la escuela el lunes, de acuerdo con la programación.

Evidentemente, la iniciativa de las seccionales de la ADP de suspender la docencia desde ayer era más que desafortunada. Insensata.

¿Cómo proceder de esa forma, cuando precisamente la semana pasada se conoció el informe PISA sobre el bajo nivel de aprendizaje de los estudiantes de hasta 15 años en tres asignaturas básicas, en lo cual los maestros tienen un alto porcentaje de responsabilidad?

Lo ocurrido debe ser útil para los dirigentes de la ADP. Debe servir para hacer entender a su membresía que tienen un grave papel que cumplir con sus alumnos, con la sociedad, que deben verse más como formadores que como trabajadores asalariados.
Esta es una buena lección para los maestros.

Posted in Editorial

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas