Según Barómetro de las Américas en 13 años los partidos han perdido casi 30 puntos en simpatías y tienen solo 36%

De cara a las elecciones del 2020, lo único que hasta ahora es seguro es que hay muchos cambios y que la incertidumbre reina desde el inicio hasta el desenlace de cada componente del proceso electoral. Una constante de las encuestas en los últimos años ha sido que la población se muestra cada vez más desafecta a los partidos políticos.

En función de esa realidad que muestran las encuestas ¿Qué pesará más en el 2020, las siglas o las figuras? Según Barómetro de las Américas para el 2006 la simpatía de la población por los partidos era de 60.4%, en el 2008 subió a 70.3%; para el 2010 de 54.5%; en el 2012, 63.4%; 2014, 54.3%; 2016, 42.4% y en el 2019 de 36.2%.

Lo que ocurrió en el 2016 con el Partido Revolucionario Moderno (PRM) y el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) es una muestra del desapego por las siglas de los partidos en la ciudadanía. Luego de una larga batalla de conflictos en el PRD, Hipólito Mejía y Luis Abinader decidieron irse de la organización y con ellos, la mayoría de los dirigentes en todo el país.

El resultado de esa acción se constató en las elecciones del 2016. El PRD, que había sacado el 47% de los votos en el 2012, apenas llegó al 5.80% en el 2016 y el nuevo partido, que se había formado con viejos dirigentes del PRD, alcanzó el 35% de los votos, y se convirtió en el principal partido de oposición y el PRD, que había sido protagonista del escenario por más de 50 años, fue desplazado.

Del PRD, el PRM solo se llevó su histórica señal de victoria (el dedo mayor apuntado hacia arriba), pues el color blanco, el jacho y la casa nacional, se quedaron con Miguel Vargas.
Más aún, el candidato presidencial del PRM, Luis Abinader, aparece con una intención de votos muy superior a la de su organización. Según la última encuesta Gallup, el PRM tiene una intención de votos de 28%, pero Luis Abinader está en el primer lugar para ganar las elecciones, según las mediciones, y algo que reconoció recientemente el ministro administrativo de la Presidencia, José Ramón Peralta.

Lo ocurrido con los nuevos partidos

Pero lo que ocurrió con el PRM también cambió la historia en el sentido de que todos los dirigentes que salieron del PRD y formaron partidos nunca lograron éxito electoral en las votaciones. Al menos, 12 partidos ha parido el PRD desde su larga historia y solo el PRM cambió la constante de fracasos electorales. El PLD también salió del PRD, pero le tomó 17 años alcanzar una alta votación, en el 1990.

Abinader no es un líder político con arraigo tradicional en la población, y no ha alcanzado la presidencia de la República. Su fortaleza viene de que se promueve como hombre del cambio, que según la última encuesta Gallup quiere el 57% de los electores.

El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) se dividió hace poco más de un mes con la salida del que fuera presidente de la organización, Leonel Fernández. A juzgar por el resultado de las primarias, la organización quedó dividida por la mitad, al menos entre los miembros y simpatizantes, según los resultados de las primarias del 6 de octubre, con un estrecho margen de 26 mil votos de diferencia a favor de la victoria a Gonzalo Castillo, que fue respaldado por el gobierno contra Fernández.

Fernández y sus seguidores estaban en minoría en los principales organismos, el Comité Político y el Comité Central, pero siempre alegaban que eran mayoría en la dirigencia media y de base de la organización. El resultado de las primarias, si no le dio toda la razón, al menos validó ese postulado.

¿Podría ocurrir en el PLD lo mismo que en el PRD? La respuesta es una incógnita
El contexto en que se dio la división del PRD es muy distinto al que se dio la del PLD. El PRD estaba en la oposición y el PLD en el gobierno y por demás, encabeza una gestión exitosa, con estabilidad y crecimiento económico.

Pero el expresidente Fernández demostró su liderazgo en las primarias al obtener una alta votación, a pesar de que tuvo que luchar contra todo el peso del poder, el presidente Danilo Medina activo en favor de su candidato y la mayoría de la cúpula de su partido. Según alega, fue víctima de un fraude.

El PLD carga con el estigma del cansancio de la población por 16 años seguidos de gobierno y de funcionarios con ese mismo tiempo en cargos públicos, carga que ahora no tiene el expresidente Fernández, pues a pesar de haber gobernado ocho años con el PLD como plataforma política, lleva ocho fuera del poder, ejerciendo de oposición a lo interno de su partido y fuera de la organización.

Del PLD Fernández solo se llevó el símbolo de la L que había identificado esa organización en su etapa de éxito electoral que inició en el 1996 y con Fernández como figura cimera. Pero en la contienda interna, Castillo y sus promotores habían abrazado otra señal que es ahora la que han asumido los peledeístas para arengar a las masas.

El crecimiento electoral de Fernández necesariamente tiene que nutrirse del PLD, lo que significa que si Leonel y su partido crecen, el PLD se debilita, como ocurrió con el PRM, que su crecimiento fue a costa del declive del PRD. El propio PLD creció por el declive del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) con su salida del poder y la muerte de su líder, Joaquín Balaguer.

El escenario más favorable para el crecimiento electoral del expresidente sería un desplome del PLD y de su candidato presidencial y los peledeístas busquen refugio en esa organización si presienten que saldrían del poder, especialmente los empleados públicos, para preservar sus puestos.

El papel del partido

De todas formas, es importante resaltar que si bien la personalidad en esta coyuntura puede tener un peso específico de mucho mayor calado, hay que reconocer que un partido bien estructurado a nivel nacional es clave para garantizar un triunfo en una nación como República Dominicana.

Hay experiencias donde la falta de un aparato partidario, toda una maquinaria operativa, ha sido causa de derrota en determinadas regiones, donde el candidato puede ser muy popular, pero a falta de representación local, sus votos pueden resultar distraídos.
Es decir, que el aparato partidario juega un rol determinante, que en escenarios difíciles obrará convenientemente a favor del candidato o la figura estelar.

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