Como cada lunes, se lee y oye una voz –una atalaya, en vía contraría- que clama y proclama que sus “responsabilidades” -históricas-, de él y su líder, quedaron redimidas o perdonadas porque mudaron de piel o de siglas partidarias -¡vaya auto-absolución!-; aunque tal trance esté en litis y el subconsciente los sigas traicionando, una veces apelando a las bases del partido que abandonaron; y otras, diciendo que dejaron un “servicio secreto” -llámese “calié-ses”- que en boca de quien lo dijo, o de cualquiera, es un adjetivo peyorativo que, en este caso, persigue mentir, insultar o chantajear. Y no creemos que nadie, por mas al menos que se tenga o respete, se sienta halagado con semejante insulto o endilgamiento de desleal.

Porque la “estrategia” es clara: desacreditar y denostar al Presidente -Danilo Medina- y al partido que han realizado una obra de gobierno sin precedentes históricos y centrada en la agenda social acumulada; y eso duele y causa frustración cuando se miden, de ocho años hacia acá, los índices de crecimiento económico, las prioridades en el gasto público y las políticas públicas que han impactan favorablemente la disminución de la pobreza, entonces, vienen los resabios y el espejo de la historia donde ya lo que hicimos –Mega-sueños y algunas que otras realizaciones- se esfumó como “agua de borrajas”. Y eso no alimenta el “ego”, contrario, deprime.

Y uno se pregunta: ¿A quién creerle: si al que dijo, a todo pulmón, “E pa’ fuera que van” o, al que, el pasado fin de semana, apeló a “las bases” de su otrora partido? Sin duda, estamos ante un caso -sui géneris- de doble rasero o discurso politiquero y chantajista: primero, se amenaza -“!E pa’ fuera que van!”-; luego, se acusa -de calié- al que se queda (¡mayoría!) en su partido. Y resulta más que evidente que, con tal estratagema, por demás pírrica, se persiguen dos objetivos estratégicos-electorales: a) sembrar cizaña y desconfianza en las filas del PLD; y b) procurar, aviesamente, con la acusación falsa y el San Benito de calié, que miles de peledeístas, de las bases, puedan perder su trabajo o empleo -sabemos que no- y vayan, enojados y resentidos, a engrosar las filas de una entelequia que ni siquiera existe (¡zafa!). El asunto, por donde quiera que se analice, es, más que una jugada, un irrespeto a miles de peledeístas -de trayectoria y méritos- que no se merecen que alguien -o sus lugartenientes (mediáticos-kamikazes)- a quien siguieron, mientras estuvo en su partido, ahora quiera desacreditarlos, sonsacarlos y pretender que traicionen su partido. Eso no es propio de alguien respetuoso o, siquiera, seguro de su futuro político.

Posted in Opiniones

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas