La constante repetición de una frase o una palabra, que aplicamos en nuestras vidas y que algunas veces exclamamos para referirnos a las situaciones de otros, las van convirtiendo en una verdad irrefutable, al punto que ante cada momento de nuestras vidas acuden raudas a nuestra mente y por ende serán el primer argumento a esgrimir para expresar nuestro sentir.

Estas proclamas son asimiladas por nuestros sentidos y por eso adquieren la categoría de conductas, las cuales, si a la larga son perjudiciales, tendremos que luchar para erradicarlas o terminarán por aniquilarnos o por regir nuestras vidas siempre por el camino equivocado.

Muchas veces, algunas personas nos advierten sobre el peligro de decretar para nosotros y para otros, ya que de esta manera estamos apelando a la fuerza de la atracción.

Con el tiempo, a veces sin darse cuenta, las personas suelen decir que carecen o adolecen de algo, que no son buenos para algunas cosas, que no se arriesgan porque de seguro van a perder, que no lo intentan porque el destino final será el fracaso.

Una de esas proclamas que ha adquirido la categoría de verdad irrebatible, es aquella referente a “las dificultades de la vida”.
Más de uno habrá escuchado hasta el cansancio y hasta en canciones sobre la dureza de enfrentarse cada día a las diferentes situaciones que nos presenta la vida.

Al mismo tiempo, es desconcertante ver cómo diferentes personas asumen y enfrentan las mismas situaciones de formas diferentes.

Mientras a unos se les viene el mundo abajo, pierden la fe, la voluntad de seguir y la confianza en sus capacidades, otros hacen frente a lo que viene, sin quejarse, solo haciendo acopio de valor y asegurándose de acudir a cada batalla con las armas indicadas para luchar hasta vencer. Esto pasa porque cada uno ve el mundo de un modo diferente.

Hace tiempo leí por ahí y las pruebas que he realizado así me lo confirman, que lo más importante ante todo es la actitud, la manera en que enfrentamos y afrontamos cada situación, cada
adversidad, cada tiempo de bienestar.

En verdad, existen innumerables situaciones que podrían hacernos las cosas más difíciles, pero en la mayoría de los casos, las mayores dificultades las aportamos nosotros por la manera en la que vemos y vivimos nuestras vidas.

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