Noviembre es el mes de la familia y es mucho lo que se ha escrito sobre la necesidad de rescatar ese microcosmos de raíces y calor humano amenazado por la posmodernidad, el mundo ligth y las llamadas políticas de género que abogan por una igualdad mecánica y antinatural aplastando la saludable diversidad complementaria. La época es propicia para leer la novela En Busca del Tesoro Perdido, de Julio César Rojas, quien conduce a su protagonista Temístocles por los infiernos de la vida desordenada y alejada del hogar, permitiéndole retornar al tesoro del que se alejó, tras lidiar dantescas batallas con demonios poliédricos bajo el mando del implacable Belcebú.

Rojas, quien dedica la obra a sus padres, arranca su narrativa con la siguiente reflexión: “Al caer la noche es cuando enfrentamos nuestros más fieros demonios los cuales nos incitan a perder la cordura”. Solo la familia es el tesoro, el paraíso, que desde el Génesis bíblico, ha estado integrada por padre, madre e hijos. Ese oasis es desdeñado por Temístocles, involucrándose en un tórrido romance con Sofólina, hermana del príncipe de los infiernos, a quien algunos incrédulos, atribuyeron los poderes de Jesús de Nazaret para expulsar los demonios que perturbaban la paz de muchos atribulados de su tiempo en la tierra.

El autor del prólogo sostiene que “En busca del tesoro perdido, además de sus logros estéticos como parto literario, puede leerse como una parábola postmoderna con un argumento extraído de las viejas tradiciones universales”. Destaca que “Rojas sitúa la existencia vital de Temístocles en Basilea, ciudad europea que constituye un referente históricos para los dominicanos”, muy especialmente para los estudiosos de la frontera dominico-haitiana. Fue en esa urbe, refiere, que el gran filósofo alemán Nietzsche, sufrió el desplante de la rusa Lou Salomé, “que al parecer preservaba su entrega para el poeta checo Rainer María Rilke”.

Editada con el sello de Santuario, el relato concluye con la recomposición familiar y el retorno a la funcionalidad, todo un final convincentemente feliz.

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