El término confrontación –acción o efecto de confrontar- refiere tanto a “enfrentar o hacer frente a algo” como a “simpatía o conformidad entre personas”. Equivale a que según contextos, tendrá funcionamientos semánticos opuestos; ya negativos o positivos. En democracia el Poder Legislativo debe operar bajo ambos valores del concepto confrontación, en equilibrio. Eso fomentará confrontación saludable; por sí solos representan extremos dañinos. Por ejemplo, enfrentar la oposición irracionalmente y las iniciativas legislativas oficiales, afectará proyectos necesarios para los Estados. Una conformidad total, cual la que hemos tenido bajo el prolongado dominio congresual del oficialista PLD, anula el rol de escrutinio y contra peso de ese poder estatal. Confrontación desequilibrada ha sido, penosamente, nuestra historia invariable.

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