Los niños que sufren violencia de género en su hogar tienen más probabilidad de ser violentos en su adultez

Con frecuencia los diarios de República Dominicana registran noticias de hechos lamentables que también nos indican de que la violencia en contra de la mujer por parte de su pareja sigue latente y lejos de acabar. Pero no sólo la mujer es víctima de este flagelo, sino también los niños que la presencian.

Según la terapeuta Clara Céspedes, en el país se trabaja arduamente el problema de la violencia intrafamiliar y de género, intentando parar con tanta agresión contra la mujer.

“En esta importante lucha, es bueno analizar el sufrimiento y experiencia de quien sufre la violencia de manera “indirecta”, de aquel inocente y frágil criatura, que la vive sin entender lo que pasa, sin comprender cómo se puede dar cariño y golpe a la vez, o cómo el amor y el maltrato pueden convivir como si no pasara nada”, manifiesta Céspedes.

La psicóloga propone explorar la ambivalencia que se apodera del infante, y cómo su cerebro busca protegerlo, porque no da cabida a lo que vive, lo que escucha y ve, muchas veces, detrás de la puerta. Señala que su mente busca cuidarlo de lo que ni él mismo entiende, entonces, se obliga a olvidarlo todo y a vivir como si no pasara nada.

“La realidad es hay un presente que hiere, que altera sus procesos cognitivos, sus emociones, que rompe su inocencia, que flaquea su infancia, que pone ‘patas para arriba’ todo su ambiente, su mundo, y que le hace odiar, rechazar, temer a quien se supone que debe protegerle”, dijo.

Asimismo, la profesional explica que el niño empieza a indagar respuestas a lo que observa en su ambiente, y a preguntarse: ¿por qué le pone el café y se despide con un beso, cuando ayer recibió una bofetada?, ¿por qué le grita?, ¿por qué tiene que golpearla? Interrogantes que con el tiempo, el niño o la niña esperan responderse.

De acuerdo a Céspedes, muchas madres le explican a sus hijos, cuando buscan respuestas que en casa, que todo está bien, que su padre los quiere, y que se esfuerza y trabaja mucho para que no les falte nada.

“También se le suele decir que fue sólo un impulso (justificando la violencia), no es su intención dañar, es tu padre y debes quererlo siempre, no le guardes rencor, no volverá a pasar. Es un proceso largo y amargo, se llega a la adolescencia, a la vida adulta y se cree que se ha superado todo, cuando no es así”, comparte la especialista en el tema.

“Aunque no lo creas esas vivencias, son variables que repercuten en la vida adulta, aunque no seas consciente. A pesar de que vivas huyendo, renegando y ocultando el fantasma, que no es más que la violencia, sigue ahí y hace presencia en ciertas situaciones, como cuando sin darte cuenta hieres a quien te ama, después de haber afirmado tantas veces que no serías como esa persona que te hizo daño… que no le harías eso jamás a tu familia”, afirma.

Para Céspedes cuando se vive violencia intrafamiliar, esta deja su huella y en silencio actúa, afectando la autoestima, el auto concepto. “Nos hace ser impulsivos y agresivos. Nos lleva a refugiarnos en malos hábitos y, en casos más graves, a padecer de alguna patología del estado de ánimo, ansiedad y conducta”, puntualiza la terapeuta.

Clara Céspedes, psicóloga terapeuta de Centro Vida y Familia.

Consecuencias
Dependiendo de la edad del niño o niña, éstos pueden sufrir trastornos del sueño, pérdida de concentración, depresión, enuresis, problemas en la escuela, retraso en el desarrollo, trastornos de la alimentación, conductas autolesivas, así como recurrir al consumo de drogas y alcohol.

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