La noche del pasado martes otoñal será recordada por los habitantes de la peculiar isla de Venecia, por los turistas que allí vacacionaban, y por gran parte de la población mundial, como la peor noche de los últimos 50 años, ya que las sirenas anunciaban sin cesar que el nivel del agua del mar había subido hasta alcanzar 187 centímetros por encima del nivel normal, es decir, poco más de 6 pies de altura, provocando que más del 90% de esta paradisíaca isla ubicada en la franja septentrional de Italia, en medio de una gran laguna que se abre al mar Adriático, se inundara por completo, comenzando con la baja y emblemática plaza San Marcos, generando un caos social total, donde prácticamente nadie sabía qué hacer para responder eficazmente a esta terrible inundación, pues aunque el pasado martes había luna llena y por tal razón muchos temieron lo peor sabiendo que luna llena es sinónimo de alta marea, los demás confiaron en el dato del Centro de Previsión de Mareas de Venecia que había pronosticado una marea de 140 centímetros, pero el pronostico falló porque el aumento del nivel del mar llegó a los 187 centímetros y todo se inundó.

No es la primera vez que Venecia se inunda de tal manera que estremece a sus ciudadanos y a sus autoridades municipales, pues ya en el año 1966 Venecia sufrió la peor inundación registrada cuando las aguas del mar alcanzaron 194 centímetros por encima de lo normal, pero lo que ahora más preocupa a sus habitantes y a sus autoridades es que cada día las inundaciones son más frecuentes, pues en el pasado ocurrían menos de 10 inundaciones por año, pero en la actualidad, fruto del cambio climático, Venecia sufre más de 60 inundaciones por año, aunque evidentemente ninguna de esas frecuentes inundaciones anuales había alcanzado la severidad de la inundación actual, donde una combinación multifactorial ha complicado las cosas para los venecianos.

Y es que cuando hay una combinación entre una luna llena que siempre aumenta el nivel del agua del mar por la denominada marea alta que es provocada por la tensión superficial positiva que se genera sobre la superficie del agua del mar gracias a la atracción gravitacional ejercida por la rotación de la Luna cuando está alineada con la Tierra y con el Sol, y a eso se le suma un fuerte viento siroco, con vientos máximos sostenidos superiores a 120 kilómetros por hora, procedente del desierto del Sahara, ubicado en el cercano norte de África, el cual por ser un viento cálido y seco es atraído por células húmedas de baja presión concentradas a lo largo del mar Mediterráneo, y que al golpear tangencialmente la superficie del longitudinal mar Adriático genera un oleaje anormal que puede provocar olas de hasta 150 centímetros de altura que aportan grandes volúmenes de agua salada al interior de la laguna que rodea a Venecia, generando un incremento del nivel del agua de la laguna, y a eso le sumamos que en este verano 2019 Europa vivió los meses del verano más caluroso de su historia, con temperaturas récord nunca vistas en el norte de Italia y en el sur de Francia, lo que generó el derretimiento de glaciares en Groenlandia y en el norte de Europa, con lo cual el nivel del mar Mediterráneo subió considerablemente, siendo lo más natural que Venecia, que generalmente sufre inundaciones en cada otoño, se haya visto afectada por la peor inundación en 5 décadas.

Las autoridades de Venecia consideran que este viento siroco, con velocidades superiores a 120 kilómetros por hora, generó un pequeño tsunami en la laguna que rodea a Venecia y una subida del agua del mar de hasta 187 centímetros, con suficiente fuerza para romper las cuerdas de amarre de las góndolas estacionadas en la Riva Degli Schiavoni, haciendo que las góndolas se estrellaran contra las columnas del emblemático Palacio Ducal, que se inundara totalmente la plaza San Marcos, incluyendo a la hermosa basílica de San Marcos y las terrazas de encuentro social musical y restaurantes ubicados en la plaza, incluyendo antiguos palacios, las iglesias, las tiendas, los comercios y los hoteles, en una especie de inicio del Apocalipsis.

Las autoridades y los ciudadanos de Venecia hoy culpan en parte a una comunidad ambiental local que durante décadas se ha opuesto a la construcción de un sistema de barreras contra inundaciones, similar al sistema de barreras del puerto de Rotterdam, en Holanda, y similares a las barreras del río Támesis, en Londres, Inglaterra, pues los ambientalistas argumentaban, sin razón, que la construcción de esas barreras afectaría la renovación de las aguas de la laguna que rodea a Venecia, lo cual es un absurdo ingenieril y ambiental, pues esas barreras se diseñan y construyen para funcionar solamente cuando se pronostica que habrá una gran inundación que ha de afectar a la población.

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