Por años, el emprendedor laboró en distintos lugares y actividades, hasta que se decidió a trillar camino propio

Anthony Jonathan Pérez es un joven con experiencias laborales diversas. Ha trabajado como organizador de góndolas en supermercados, como panadero y llegó a ser supervisor en poco tiempo por su buen desempeño, dedicación y esfuerzo.

Pero ni en uno, ni otro pudo acomodarse. Rápidamente notó que el dinero que ganaba no le alcanzaba y era insuficiente para sus planes de progresar.

“Es por eso que decidí emprender en mi propia actividad”, cuenta el emprendedor. Es el propietario de Gomera El Varón, que lleva dos años ofreciendo servicios de reparación de todo tipo de neumáticos y además vende repuestos automotrices. “Realicé un análisis de las necesidades de mi comunidad y me pregunté si podía satisfacer por lo menos una mínima parte de ellas”, rememora.

“Evalué a mis competidores, para así poder exceder su calidad de servicio y es ahí donde decidí invertir en una maquinaria que me ayudara a realizar un mejor trabajo y con más rapidez, que son dos factores importantes para mis clientes y futuros clientas”, explica.

Es así como, evaluando opciones, fundó el negocio, ya que justo al lado de la casa de su madre había una parada de motoconcho; además se ubicaba en una las principales vías de transporte público y acceso a su sector, San Felipe, Villa Mella. Existía la necesidad y tenía los clientes justo al lado. Vislumbró el mercado y una oportunidad que debía aprovechar, según expresa.

Aunque Anthony no tenía todo el conocimiento, sabía que podía hacerlo. “Solo faltaba el apoyo económico”, recuerda.

Ese respaldo lo consiguió a través del microcrédito, por vía de la Fundación Dominicana de Desarrollo (FDD). “Desde el inició entendí que debía diferenciarme a través de la compra de equipos aptos para mi actividad”, sostiene.

Y agrega: “Con los préstamos he logrado montar mi negocio, colocarle puerta, adquirir maquinaria y mercancía. Mis propios recursos no eran suficientes para poner un negocio, lo cual había anhelado durante mucho tiempo y gracias al microcrédito lo hice realidad. Inicié con los mejores y más modernos equipos, para el desmonte de gomas hidráulicas, y un gran compresor de aire de 15/220, lo cual me da una ventaja entre mis competidores y hago un trabajo más eficiente y en menos tiempo”, indica Anthony. Es un conversador neto.

“Lo bueno e importante es salir adelante; soy dedicado, me gusta dar lo mejor y eso entrego en el servicio brindado a cada cliente. Con poco menos de dos años mi negocio es estable. En un par de años más habré alcanzado mayor desarrollo económico en beneficio de mi familia y de mi comunidad”, asegura.

Entre sus planes está la ampliación del local, propiedad de su madre; construirá parqueos, mejorará el área de la venta de repuestos, construirá sala de espera y un espacio para mecánica general. Para esos fines, también tiene claro que debe contratar más personal, aportando empleos a su sector.

La Fundación Dominicana de Desarrollo, la institución que ayudó a Anthony Jonathan Pérez, tiene larga experiencia en el otorgamiento de microcréditos y en la capacitación y acompañamiento financiero en el país.

En poco más de medio siglo (en 53 años) la institución ha beneficiado alrededor de un millón de dominicanos, de esas personas que posiblemente nunca antes tuvieron acceso a un préstamo de la banca formal, sino que siempre debieron valerse de los usureros. Jonathan está agradecido de la FDD, tanto como los 20,000 clientes de microcrédito a los que llega la institución.

Recursos
Aunque Anthony no tenía todo el conocimiento, sabía que podía hacerlo. “Solo faltaba el apoyo económico”.

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