Lo peor que le puede suceder a un candidato de reciente estreno (sobre todo si aspira a la Presidencia de la República) es que este pueblo lo coja de relajo. Por ejemplo, el sobrenombre de “penco”, que le encajara Lidio, aunque sin saber lo que decía; la “velosofía” personal a la que aludió este hombre en su primera entrevista televisiva; eso de en Obras Públicas descubrió “cómo le entra el agua al coco”, aquello de las “ideas que son mías y vienen de mí”, hasta ahora han hecho de Gonzalo Castillo un simple motivo de risa.

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