José Alberto Acosta nació en Santiago, pero desde 1995 vive en el El Bronx, Nueva York. De niño, su gran sueño era ser un pintor famoso. Recuerda que a escondidas de los maestros, entraba a los salones de clases, en horas de recreo, a pintar en las pizarras rostros de indios, con grandes penachos de plumas, ojos de mirada desafiante y nariz aguileña, luego escribía, en trocitos de papel, la frase “Pintor José”, y los dejaba caer en las aulas y pasillos de la escuela. Pero en la preadolescencia, recuerda que dibujaba historietas, una suerte de cómics, cuyo superhéroe era un karateca, que siempre esbozaba lanzando violentas patadas y puñetazos. Recuerda que al pie de cada dibujo describía la escena y contaba una historia. Pero con el paso del tiempo, Acosta Polanco se fue dando cuenta de que “me hacía más fácil escribir la historia de mi superhéroe, que pintarla. Fue así como nació el escritor y murió el pintor”.

Obtuvo el Premio Anual de Novela Manuel de Jesús Galván. ¿Qué significó esta distinción?
Siempre es un honor y un gran incentivo recibir un premio de esa relevancia, y más si los organizadores escogen como jurado a escritores de importancia, como fue el caso. La novela está inspirada en un hecho real: el asalto en su propia casa al médico dominicano Leandro Lozada, ocurrido en 2007, que causó gran conmoción en la ciudad de Nueva York, porque este profesional era sumamente bondadoso. Además, la obra está inspirada en una petición que me hizo mi padre meses antes de morir: que lo llevara a la Base Aérea de San Isidro, donde residió durante muchos años de su vida soldadesca. Cuando regresé al país para hacer el viaje, su esposa lo había llevado. Eso me dejó un vacío en el corazón, ese deseo de acompañarlo a ese último viaje hacia un rincón de su nostalgia lo transformé en el libro “Un viaje de un hijo con su madre ciega a su aldea natal”.

¿Los premios que has recibido te han abierto puertas que pensabas estaban cerradas?
Mi mayor interés con los premios es la promoción de mi obra, la cual ha llegado a muchas partes del mundo, y gracias a ello he recibido el honor de ser invitado en muchos festivales, ferias y congresos en muchos países.

Además de escritor, ¿a qué otras actividades te dedicas?
Dirijo el Departamento de Literatura y Prensa del Comisionado Dominicano de Cultura en los Estados Unidos, y le doy asistencia con la prensa en español al congresista Adriano Espaillat, el primer dominicano elegido al Congreso de los Estados Unidos. Además, imparto talleres de poesía y cuento.

¿Por qué le aporta la escritura?
Porque es un importante instrumento de transformación. Un libro puede cambiar a una persona y a toda una nación.

¿Podría compartir alguna anécdota relacionada con la época en la que escribió su primera novela?
Empecé a escribir mi primera novela en 1999, luego de escribir mi primer libro de cuentos. Como es de suponerse, cometí muchos errores. El primero fue prometerme dejar fuera la poesía. Este resultó ser un grave error, porque, a mi juicio, la poesía es la que le da sinuosidad a la prosa, la modela y la hace más bella. Pues, en mi primera novela, me empeñé en dejar de lado la poesía, entonces lo que salió fue una narración plana, seca, sin gracia. Al final, la tiré al zafacón.

¿Qué van a encontrar los lectores en las páginas de tus obras?
Como decía Faulkner, un escritor necesita tres cosas para escribir: experiencia, observación e imaginación. En otras palabras, una obra es parte esencial de quien la escribe, contiene parte de su experiencia, de su imaginación y del mundo que le ha tocado vivir. Siempre he tratado de escribir con sinceridad, que según Paz es el grado más alto de la autenticidad. Intento hacer una literatura que golpee, que sacuda, que haga llorar o reír, que el lector, cuando la lea, vea el mundo de otro modo.

¿Para qué tipo de lectores escribes?
Nunca escribo una sola línea pensando en un hipotético lector. Cuando me siento a escribir, es porque hay algo dentro de mí que me suplica que lo saque, que lo ponga en palabras. Para mí, narrar es como un viaje, y la puerta es la primera página.

¿Influyen las creencias políticas, sociales y filosóficas en el éxito o fracaso de la una obra?
No sé si en el éxito o el fracaso. Como el escritor está en su obra, también en ella están sus creencias, sus temores, sus luchas, y su manera de ver la vida.

¿Qué tanto beneficia a la producción literaria que el gobierno se interese en la industria cultural?
Beneficia grandemente, siempre que se apliquen políticas enfocadas en este fin. La creación de la Editora Nacional, por ejemplo, ha significado un antes y un después en la industria editorial dominicana, no solo para escritores de relevancia, sino también para muchos jóvenes que se abren camino en este oficio.

Expresión
Una obra es parte esencial de quien la escribe, contiene parte de su experiencia, de su imaginación y del mundo que le ha tocado vivir”.

Desarrollo
La escritura es un importante instrumento de transformación. Un libro puede cambiar a una persona y a toda una nación”.

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