La reducción de la lactancia materna exclusiva, la pobreza, la urbanización, el aumento en el consumo de bebidas gaseosas azucaradas y la comida rápida están afectando la salud de los niños y niñas, según un informe dado a conocer ayer por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).

Estos cambios en el patrón alimenticio han provocado el incremento de la desnutrición, el sobrepeso y la obesidad, afectando al 33% de los niños en edad escolar, lo que según el organismo internacional puede perjudicar su desarrollo cerebral, interferir con su aprendizaje, debilitar su sistema inmunológico y aumentar el riesgo de infección y, en muchos casos, ocasionar la muerte.

Los datos de la última Encuesta Demográfica y de Salud (ENDESA) revelan que aunque la prevalencia de la desnutrición infantil crónica se redujo de 16.5% en 1991 a 6.9% en el 2013, la desnutrición infantil aguda, que supone un bajo peso en tallas o extrema delgadez, ha permanecido estable en un 2% de la población total desde el 2002.

Según el estudio sobre “El Estado Mundial de la Infancia 2019: Niños, alimentos y nutrición” de Unicef es prioritario reducir la anemia por deficiencia de hierro entre las mujeres en edad fértil para evitar que sus hijos también la padezcan.

“En América Latina y el Caribe, demasiados niños y niñas comen muy poca comida saludable y demasiada comida poco saludable. En toda la región, el retraso en el crecimiento, la emaciación (adelgazamiento) y la obesidad afectan a las mismas comunidades y a veces al mismo hogar. Para muchas familias que viven en la pobreza, tener comidas nutritivas cada día sigue siendo incosteable o inaccesible”, dijo Bernt Aasen, Director Regional de UNICEF para América Latina y el Caribe.

La representante de Unicef en el país, Rosa Elcarte, considera que para mejorar la nutrición infantil es necesario que este derecho se coloque en el centro de las políticas públicas y reforzar el cumplimiento de las leyes existentes, como la que regula comercialización de los sucedáneos de la leche materna.

“Se requiere la creación de nuevas leyes y el compromiso de la empresa privada para la fortificación de alimentos y regular los contenidos en azúcar, grasas y sal de los alimentos, así como la publicidad de esos alimentos dañinos a la salud de los niños, niñas y adolescentes”, agregó Elcarte.

Datos mundiales

El informe revela que a nivel mundial unos 149 millones de niños padecen de retraso en el crecimiento, o son demasiado pequeños para su edad; 50 millones sufren de emaciación, o son demasiado delgados para su estatura; 340 millones sufren carencias de vitaminas y nutrientes esenciales, como la vitamina A y el hierro y 40 millones tienen sobrepeso o son obesos.

Se advierte que las malas prácticas alimentarias comienzan desde los primeros días de la vida de un niño. Y es que, pese a que la lactancia materna puede salvar vidas, sólo el 42% de los menores de seis meses son alimentados exclusivamente con leche materna y un número cada vez mayor de niños reciben sucedáneos de la leche materna.

En tanto, el informe resalta que el 42% de los adolescentes que asisten a la escuela en los países de bajos y medianos ingresos consumen bebidas gaseosas azucaradas por lo menos una vez al día y el 46% ingieren comida rápida por lo menos una vez a la semana.

Unicef exhortó a tomar medidas contra este mal

Según el estudio los niveles de sobrepeso y obesidad en la infancia y la adolescencia están aumentando en todo el mundo. Entre el año 2000 y el 2016, la proporción de niños con sobrepeso de entre 5 y 19 años de edad se duplicó, pasando de 1 de cada 10 a casi 1 de cada 5. Para abordar la malnutrición en todas sus formas, UNICEF llamó a los gobiernos, al sector privado, a las familias y los donantes a tomar medidas para que los niños crezcan sanos.

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