Siempre hemos creído que aunque República Dominicana ha sido utilizada como un carro sin dueño, donde conduce quien quiera y gobierna quien más tiene, al parecer en algunos aspectos como la defensa al ejercicio del periodismo no todo está perdido.

Ciertamente, los medios de comunicación han sido asaltados, con muy honrosas excepciones, por muchos profesionales fracasados en otras áreas del saber, por extranjeros que se aprovechan de nuestro complejo de Guacanagarix y por propietarios que adquieren medios en ese mismo contexto sin tomar en cuenta que la Comunicación es una herramienta de la Seguridad Nacional.

Muchos utilizan el ejercicio como catapulta para alcanzar posiciones políticas y de poder, sin pensar el daño que hacen a la profesión y a las estructuras que agrupan a los periodistas y otros comunicadores.

Muchos han utilizado los medios para canalizar sus aspiraciones a regidores, síndicos, diputados, senadores, jueces, funcionarios públicos y otras posiciones a las cuales no tendrían acceso sin ese canal privilegiado, a través del cual se protegen ellos, sus intereses y los sectores a los cuales sirven.

Es tiempo de alcanzar la madurez y que los verdaderos periodistas levantemos la voz como ahora lo hacen algunos preocupados colegas en sus bien logrados artículos que dan cuenta de sus grandes preocupaciones en este sentido.

El Colegio de Periodistas, como ocurre con otras estructuras, debe cambiar el rumbo y dejar de ser cuna de vivos para convertirse en la verdadera casa del profesional del periodismo, previo una profilaxis concienzuda y justa.

El periodista es un intermediario por excelencia entre el sujeto de la noticia y el receptor, un canal ideal para el sostenimiento de la democracia y una garantía de que la expresión de pueblo tenga sentido, pero los tantos usurpadores en los medios, han tergiversado esta realidad matando la confianza de la población en el verdadero periodista. Unamos esfuerzos para detener a los usurpadores y a los falsos periodistas. Ni un paso atrás.

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