Fue reconocido como Maestro de la Medicina por el Colegio Médico Dominicano

Pedro Pablo Díaz ha dedicado su vida a la medicina. Sus más de 40 años de ejercicio profesional como neurocirujano, le han hecho merecedor del premio Maestro de la Medicina, otorgado por el Colegio Médico Dominicano (CMD). Desde que comenzó sus estudios secundarios, este galeno sintió el estímulo de ayudar a los demás, y vio en las ciencias biológicas la oportunidad para lograrlo.

Se graduó en la UASD en el 1979. Justo ese año se fue a especializar a Francia, una tierra donde también encontró el amor. Díaz es gerente de Neurocirugía en el Hospital General Plaza de la Salud.

1. Sureño
Nací en el sur profundo, en Barahona, el 29 de junio de 1954. Soy el último hijo de la pareja de Atilano Díaz Cuello y Elixiva María Vásquez de Díaz. Mi madre era maestra de escuela, además directora de un liceo nocturno. Ella era apasionada de la literatura y la escritura. Publicó incluso un libro costumbrista de Neiba que se llama “Antiguallas”. Desde muy temprana edad me fui a vivir a ese municipio de Baoruco. De modo que podría definirme como un neibero con muchos sentimientos por Barahona”.

2. Sus hermanos
Admiro mucho a todos mis hermanos. Rafael, el mayor, fue abogado y llegó a ser juez de la Junta Central Electoral (JCE). Mi hermano Carlos fue médico, ejerció en Neiba, y allá dejó buenos recursos. En cuanto a mis hermanas Elena y Eury, fueron profesoras. Ambas están pensionadas, pero se dedicaron fervientemente a la enseñanza. También está mi hermano Emerzon, que es economista. Él ha tenido una carrera brillante.
Finalmente, está mi hermano Frank, un médico que murió en la Guerra de Abril como un héroe. El 15 de junio del 65 él salió a recoger un herido, y fue abatido por un francotirador de las fuerzas norteamericanas. Frank ha sido reconocido como médico héroe mártir de la patria. En la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) se le rindió honor al otorgarle el Doctorado Honoris Causa post mortem. En esa misma universidad hay un aula que lleva su nombre, e igualmente existe el grupo de servicios médicos Frank Díaz Vásquez, que honra su memoria y cuyos integrantes, médicos uasdianos, realizan labor comunitaria”.

3. Primera Educación
Aprendí a leer en mi casa, con mi querida tía Bélgica, que era hermana de mi madre. Después pasé a la escuela primaria urbana, allá mismo en Neiba, con mi estimada maestra Nidia Herasme Peña. Al cuarto curso de primaria, me trasladé al Colegio de La Salle, en Santo Domingo. Ahí completé toda mi escolaridad, hasta el bachillerato. Soy una hechura de los curas de La Salle, donde fui formado bajo un sistema de educación enfocado en la libertad y para la libertad, donde formaron gran parte de mi carácter. Fui sometido, como parte del programa del Colegio cada año, a los test de vocación y actitud. En esas pruebas siempre me salían tres cosas: sacerdocio, bibliotecario y servicio social. Pero como yo tenía mucha inclinación por la ciencia biológica, elegí Medicina, como reflejo de que siempre estuvo en mí el impulso de ayudar a los demás, preocuparme por las dolencias, y en esta carrera he logrado una buena expresión por eso”.

4. Entra a la UASD
En el 1970 me gradué en el Colegio de La Salle. Todavía guardo relación con mi grupo de amigos de ese centro educativo. Son mis hermanos de toda la vida, mis aliados y mis cómplices. Desde la infancia han estado conmigo, y eso para mí ha representado mucho, su amistad y su compañerismo. Entré a la UASD en el 1971 y me gradué en el 1979. Para la época, muchos de los estudiantes que venían de colegios privados regularmente elegían estudiar en universidades privadas, sin embargo, ese no fue mi caso. Decidí entrar a la Autónoma, porque era donde se vivía a plenitud el proceso social e histórico del país, en esos momentos, esa casa de altos estudios era el bastión del pensamiento de avanzada, y yo me quise integrar a ese grupo. Tenía varias inquietudes políticas, como todo joven. Mi vida en la UASD fue muy buena. Tuve una expresión académica importante, porque fui monitor de Ciencias Morfológicas, Anatomía, y Neuroanatomía, lo cual se constituyó para mí en la base ideal para el posterior servicio de la neurocirugía. Me asombro de todo lo que aprendí como estudiante y monitor. Me dio una solidez científica cuando me fui al extranjero a especializarme”.

5. Formación en Francia
Me fui a estudiar a Francia en el 1979, ayudado por la doctora Margarita Cerda, quien fue la primera mujer neuróloga en República Dominicana. Allá estudié Neurología Clínica y Epileptología, es decir el tratamiento de los pacientes epilépticos, que me llamaban la atención. Después de estar unos meses en la neurología clínica y en el servicio de electroencefalografía, hago contactos con los anatomistas de Marcella, sobre todo con el profesor Georges Salamon, en aquel tiempo el hombre más importante de la neuroanatomía en Francia, y quien me admitió en su laboratorio de ciencias morfológicas. De ahí pasé a la neurocirugía y la neuroanatomía o anatomía radiológica del sistema nervioso, con los cuales todavía trabajo. Duré alrededor de seis años. Allá tuve la oportunidad de llevar a cabo investigaciones sobre anatomía del cerebro, y por mi trabajo sobre las arterias perforantes y la arteria comunicante anterior, fui admitido en la Sociedad de Anatomistas de París, donde solamente tres dominicanos hemos logrado esa inscripción: el maestro Guarocuya Batista del Villar, ya fallecido; el doctor Bienvenido Peña, que es un gran anatomista, y yo”.

6. Valora cultura francesa
Fui muy marcado por el pensamiento y por la cultura francesa. Realmente fue una magnífica oportunidad en mi vida, de haber podido conocer esa cultura y haberme integrado a ella sin ningún problema. Era admirable cómo el profesor de más alto nivel conocía cada paciente por su nombre y por su historia, es decir, individualizaba los casos. Me sorprendía que los médicos trabajaran en el área hospitalaria el día completo, que priorizaban tratar el paciente con calidad y cercanía. He seguido unido a la cultura francesa. Fui durante ocho años presidente del Consejo de Administración del Liceo Francés de Santo Domingo, donde estudiaron mis hijos, y ahora formo parte del Comité de Dirección de la Alianza Francesa. A finales de los años 90, tuve la suerte de haber sido condecorado como Caballero de la Orden Nacional de Mérito, que otorga el Gobierno de Francia, por un decreto del entonces presidente de la época Jacques René Chirac”.

7. Regresa a RD
Regresé a mi país en 1986 con varios diplomas. Obtuve igualmente la especialidad en Enfermedades Quirúrgicas del Sistema Nervioso Central, así como un diploma en Microcirugía y Microneurocirugía, Neuroradiología, entre otros. Formarme en Francia significó un antes y un después en mi vida. Aprendí sobre su gente, sobre la forma de hacer medicina allá y sobre su gran sentido de la responsabilidad”.

8. Su labor profesional
La carrera médica exige entrega. He tenido la dicha de aprender muchas lecciones. Una de las principales en estos más de 40 años ha sido entender que al tratar al paciente que viene en busca de nuestra ayuda, la alta tecnología ciertamente es imprescindible, pero la comunicación humana, la empatía que se establece entre ambos, debe ser prioridad. No importa qué tanto aparataje tecnológico se tenga, si no existe una comunicación médico-paciente eficaz, todo se pierde, sin importar el resultado de la intervención”.

9. Maestro de la Medicina
Estoy profundamente agradecido con el Colegio Médico Dominicano (CDM) por haberme otorgado el reconocimiento de Maestro de la Medicina Dominicana. Me siento honrado con ese gesto, que hayan ponderado mi trayectoria me hace feliz. Sostengo que la medicina es una profesión humanista. Con eso se nace. La medicina es una carrera donde, sobre todo, priman la solidaridad y la compasión”.

10. Su tesoro
En Francia conocí a mi amada esposa, Josiane Garelli, y allá mismo tuvimos nuestro primer hijo, José Frank. A mi mujer la vi por primera vez en un servicio de neurocirugía en el que ella era enfermera. Por sus cualidades morales, profesionales y humanas la amé desde el principio. Nuestro primer retoño es ingeniero biomédico y trabaja ahora en Estados Unidos. Ya en Santo Domingo nacieron nuestros otros dos hijos, Nicolás, que es ingeniero económico, y Carolina, que es abogada y especialista en Recursos Humanos. Ellos son mi tesoro”.

Hospital General Plaza de la Salud

“Soy gerente de Neurocirugía de uno de los centros médicos con mayor plataforma tecnológica del país: el Hospital General Plaza de la Salud. Llegué por una invitación que me hiciera el presidente del patronato del hospital. No me arrepiento de esa inversión de tiempo y esfuerzo, puesto que tengo lo mejor en tecnología, y tengo un equipo de nueve neurocirujanos y cuatro residentes que trabajan conmigo. El hospital me ha soportado sobre el plano tecnológico y administrativo, y me permite por su infraestructura hacer varias investigaciones que presento cada año en congresos y simposios. Todas las subespecialidades de la neurocirugía menos la neurocirugía funcional, se desarrollan ampliamente en la Plaza de la Salud”.

Premio
“Me siento profundamente agradecido con el Colegio Médico Dominicano (CDM) por haberme otorgado el reconocimiento de Maestro de la Medicina Dominicana. Me siento honrado con ese gesto”.

Familia
“En Francia conocí a mi amada esposa, Josiane Garelli, y allá mismo tuvimos nuestro primer hijo, José Frank. A mi mujer la vi por primera vez en un servicio de neurocirugía en el que ella era enfermera”.

Infancia
Aprendí a leer en mi casa, con mi querida tía Bélgica, que era hermana de mi madre. Después pasé a la escuela primaria urbana”.

Formación
Soy una hechura de los curas de La Salle, donde fui formado bajo un sistema de educación enfocado en la libertad y para la libertad”.

Formación
En el 1970 me gradué en el Colegio de La Salle. Todavía guardo relación con mi grupo de amigos de ese centro educativo”.

Experiencia
Me fui a estudiar a Francia en el 1979, ayudado por la doctora Margarita Cerda, quien fue la primera mujer neuróloga en República Dominicana”.

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