El presidente Danilo Medina despejó anoche el panorama nacional, muy cargado durante los últimos meses, durante los cuales el pueblo estuvo pendiente de la decisión que adoptaría sobre su futuro, y fundamentalmente, sobre la Carta en que se fundamenta el Estado y sus instituciones.
El presidente Medina tenía que hablar al país y habló. Era necesario. Con su discurso fortalece la confianza y apuntala el futuro democrático de la Nación. Los actores sociales, económicos, políticos y los ciudadanos simples saben perfectamente a qué atenerse más allá de esta coyuntura.
Habló el gobernante, el político, el ser humano. No ocultó sus sentimientos respecto a quienes dudaron de su determinación, ya tomada, según sus palabras, de que se concentraría en impulsar los destinos nacionales hasta agosto de 2020.
Se mostró satisfecho de los logrados alcanzados, del apoyo recibido. De los sectores que se han acercado para estimularlo a continuar, desde sus compañeros del PLD, hasta empresarios. Sin embargo, reafirmó su respeto a la ley y su compromiso con el país, su apego a principios y valores, su coherencia y fiel cumplimiento a la palabra empeñada.
El presidente Medina asimismo reafirmó su compromiso con el avance institucional. Al efecto, adelantó su apoyo al proceso electoral en marcha, el cual ve como un desafío. Y llamó al liderazgo a actuar con la máxima responsabilidad para que los resultados de las votaciones sean la expresión de la voluntad popular.
Tiene mucho valor su exhortación a los participantes en esa jornada para que desarrollen una campaña caracterizada por el civismo, la sana competencia, y especialmente para que fundamenten su discurso en propuestas.
Queda claro que el Presidente también es un político, y como tal jugará su papel en el PLD, en el cual se libra una lucha por el poder.
Y desde ya adelanta que apostará por “sangre nueva” a la cual aludió en su discurso. La competencia interna continuará.
Lo esencial es que el país sale del estrés, del prolongado silencio que estimuló a sus favorecedores a abogar por la reelección, y la resistencia de sus contrarios a que la Constitución fuese reformada.
El presidente despejó el panorama.
