Así es. Un problema más serio de lo que imaginan. El pasado 18 de junio, Donald Trump, al anunciar el inicio de su campaña para su reelección el 3 de noviembre del 2020, pidió a sus seguidores hacer temblar las urnas con una avalancha de votos que cierre el paso a los demócratas que no aceptan la necesidad imperiosa de reajustar sus discursos y propuestas. Enfrentarán en 2020 no al Trump que en 2016 apenas exhibía un discurso centrado en el slogan Make America Great Again y montado en una tasa de aprobación la semana previa a las elecciones, que Gallup situaba en 34%. No. Esta vez van a enfrentar a uno cargado de hechos y datos reveladores de que hoy, bajo su administración, los estadounidenses están mejor que en 2016.

En el 2016, el crecimiento de la economía fue de 1.6%. Durante los últimos 12 meses (abril 2018 – marzo 2019), el crecimiento ha sido el doble, 3.2%. Muchos apostaron a que su política fiscal expansiva, basada en el recorte de impuestos, daría lugar a un sobrecalentamiento y a presiones inflacionarias. El pronóstico falló. Mientras en el 2016 la inflación alcanzó 2.1%, la anualizada a junio del 2019 fue sólo 1.6%. En octubre de 2016, días antes de las elecciones del 8 de noviembre, el desempleo alcanzó 4.9%. En junio del 2019 había bajado a 3.7%. Durante la administración de Trump, 5.1 millones de personas han conseguido empleo.

Mientras las exportaciones de bienes y servicios de Estados Unidos cayeron en US$160,818 millones entre 2014 y 2016, durante los primeros dos años completos de Trump han aumentado en US$285,471 millones. El vigor que ha exhibido la economía norteamericana ha tenido lugar a pesar de que la Reserva Federal ha girado su política monetaria desde una pose expansiva a una más restrictiva. La tasa efectiva de la FED lo dice todo: 0.41% el día previo a las elecciones del 2016 versus 2.41% el pasado viernes, un aumento de 200 puntos básicos. Y esta, posiblemente, sea la peor noticia para los demócratas. ¿Por qué? Con una inflación de apenas 1.6%, el recorte de la tasa de la FED que el mercado anticipa con un 85% de probabilidad antes de que termine este mes, preanuncia que el ciclo expansivo no terminará por ahora.

Trump viene del sector empresarial, con un discurso de recorte de impuestos que se convirtió en realidad en poco tiempo. Con su discurso y sus acciones, ha logrado animar los espíritus animales de los inversionistas a los que aludía Keynes. El que tenga dudas, eche un vistazo al aumento de 50% en el Dow Jones entre el día antes de las elecciones de 2016 y el viernes pasado. América no sólo se ha hecho más grande; también se ha enriquecido. La riqueza neta de los estadounidenses, bajo el mandato de Trump, ha aumentado 13.5 trillones de dólares, una suma equivalente a 166 veces el PIB dominicano en 2018. Los activos financieros de los norteamericanos han pasado de 78.3 trillones de dólares en el último trimestre de 2016 a 88.9 trillones en el primer trimestre de 2019. Los activos no financieros han crecido en 4 trillones de dólares durante la administración de Trump. La combinación de oportunidades de empleos, incremento gradual de los salarios y aumento de la riqueza explica el porqué, durante los últimos 30 meses, el promedio del índice de confianza del consumidor en los Estados Unidos (125.6) es mucho más elevado que el de 2016 (99.8).

Los demócratas cifran sus esperanzas en el hecho de que Trump no exhibe una elevada tasa de aprobación. Olvidan que cuando ganó en 2016, esta apenas llegada a 34% y que, en junio pasado, según la misma Gallup, alcanzó un 41%, 7 puntos más elevada.
Olvidan también que, entre todos los presidentes norteamericanos desde Franklin Delano Roosevelt, Trump es quien exhibe la menor diferencia entre sus tasas más alta y baja de aprobación. En otras palabras, no deberían apostar a un colapso dramático de esta.

Está claro que Trump será el candidato republicano en el 2020. Lo que no sabemos es quien, entre Bennet, Biden, Booker, Bullock, Buttigieg, Castro, de Blasio, Delaney, Gabbard, Gillibrand, Gravel, Harris, Hickenlooper, Inslee, Klobuchar, Messam, no se rían que todavía no termino, Moulton, O’Rourke, Ryan, Sanders, Sestak, Steyer, Warren, Williamson y Yang, luego del retiro de Ojeda y Swalwell, resultará el escogido para liderar a los DEMS. Lo que sí sabemos es que la irrupción del pensamiento económico socialista dentro de ese partido, bajo la inspiración de Alexandra Ocasio-Cortez, ha forzado la migración del discurso en materia de impuestos de los candidatos demócratas, hacia el polo opuesto del implementado por Trump.

Cuando ingresamos al parque DemsWorld, nos topamos con todo tipo de escalofriantes “rides” tributarios como el de la subida dramática que llevaría la tasa marginal máxima del impuesto sobre la renta de las personas a un rango de 77%-95%, el establecimiento de impuestos a la riqueza con tasas que oscilan entre 2% y 3%, la creación de un impuesto de salida de 40% sobre la riqueza de quienes renuncien a la nacionalidad, el aumento de la tasa de impuesto corporativo de 21% hasta 28%, el alza en el impuesto de ganancia de capital, el establecimiento de impuestos a todas las transacciones financieras incluyendo el canje de moneda extranjera, la creación de un impuesto sobre la venta de acciones, el establecimiento de un impuesto sobre las Ofertas Públicas Iniciales de acciones (IPO) y el aumento del impuesto de nómina del Social Security, entre otros.

Mientras los DEMS inventan, Trump sigue concentrado en acordar con Xi Jinping el mejor acuerdo para poner fin a la guerra comercial entre EE.UU. y China que se inició el 22 de marzo de 2018. No ha desistido un instante en lograr un acuerdo razonable con el líder supremo de Corea del Norte que lleve tranquilidad a Asia y al mundo. Mantiene la presión sobre Maduro en Venezuela para que la democracia sea restaurada en el país más rico y peor administrado del Planeta. Presiona a Cuba para que acelere su tránsito hacia la democracia y la apertura. Y posiblemente, privilegiará el diálogo constructivo con Irán y no el deseo de algunos de llevar a EE.UU. a una guerra de consecuencias imprevisibles que sólo serviría para llevar su nivel de aprobación al nivel que desearían ver los DEMS.

¿En qué otra cosa está Trump concentrado? En detener la inmigración ilegal, principalmente, de inmigrantes con antecedentes delictivos. Mientras eso ocurre, los DEMS se aferran a la doctrina del “entren todos coño” e ignoran la recomendación de Hillary, cuando advirtió en noviembre de 2018, que “Europa necesita controlar la migración porque es lo que enciende la llama”, y afirmó que, si los líderes de Europa querían contener la propagación del populismo de derecha en el Continente, deben enviar mensajes más fuertes de que no continuarán ofreciendo “refugio y apoyo” a los inmigrantes. El mensaje de Hillary no caló en los líderes de su partido.

¿Algo para detener la reelección de Trump? Algún gurú en campaña negativa podría sugerir una como la montada a Dominicana con las muertes de turistas norteamericanos. Trump es de New York. Le encanta enviar tuits; envía un promedio de 7 por día. En el primer semestre de 2019, el número de ciclistas muertos en New York aumentó en 200%: murieron 10 en todo el año 2018; van 15 en enero-junio de 2019. CNN podría soltar este Breaking News: Tuits de Trump provocan muertes de ciclistas en New York. Una encuesta elaborada por un think tank de los DEMS podría revelar que la adicción de los ciclistas neoyorkinos a los tuits de Trump los motiva a leerlos mientras montan bicicleta, elevando la probabilidad de accidentes fatales. Tienen que andar rápido. Los fake news han perdido efectividad. Si los DEMS siguen con el discurso socialista que exhiben, lucen feos para la foto del 2020. Una nota para CNN: con relación al número de ciclistas fallecidos en New York en el 2016, los fallecidos durante los años de Trump han bajado en 27%.

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