No es necesario pasarse la vida viajando de un lugar a otro, utilizando transporte aéreo, para darse cuenta de la falta de educación que exhibe la mayoría.

Desde el intercambio con el personal de la aerolínea en el área de servicio al cliente, ubicada justo en la entrada de la puerta de embarque, hasta ubicarse en los asientos numerados, los pasajeros dejan mucho que desear.

Como si se tratara de una unidad de transporte terrestre, algunos quieren cambiar su asiento, sin pedir colaboración al personal de servicio al cliente o al de sobrecargo.

A veces le piden el cambio a otro pasajero, pero en ocasiones se sientan allí, como esperando que la persona asignada a ese lugar no aborde y si aborda, pretenden que sea la persona a quien le corresponde el asiento, la que se vaya a otro lugar.

“Es que aquí puedo ir junto a mi amiga”, le dijo una señora a otra que reaccionó entre perpleja e incrédula.

Salvado el obstáculo de la ubicación y ante, por lo menos cuatro avisos del personal de la aeronave de que era necesario que todos los pasajeros se sentaran para poder cerrar la puerta, todo estaba listo para uno de los dos momentos cruciales de un vuelo: El despegue.

Ahí comienzan otra vez a hacer galas, no solo de falta total de educación y respeto, sino de gran ignorancia. Se les pide apagar o poner todos los dispositivos en modo avión, pero para los pasajeros es el momento perfecto para hacer vídeos sobre la salida, transmitir en vivo por Facebook o enviar una notas de voz a los amigos.

Lo mismo ocurre cuando se da el aviso de aterrizaje. Es increíble e irritante.

Es como si no escucharan ninguno de los avisos que se emiten dentro de la aeronave.

Pero ahí no acaba la cosa. Ya el avión en tierra, pero buscando la puerta de desembarque, aún con alerta de no quitarse los cinturones y permanecer sentados, algunos pasajeros se paran con intenciones de salir primero.

Es común que sean amonestados por el personal de vuelo.
Y cuando por fin se abre la puerta de la aeronave, todos quieren salir al mismo tiempo rompiendo el orden numérico de los asientos y dejando tras de sí, la peor de las impresiones.

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