Ayer domingo, último día de junio, se conmemoró el Día del Maestro. Siendo Secretario de Educación el Lic. Virgilio Díaz Ordoñez, destacado en las letras dominicanas y en el plano jurídico, con la Resolución 6-39 se estableció la fecha para homenajear al maestro dominicano. Esta profesión, de amplísimo reconocimiento en todas las sociedades, implica profunda vocación. El termino maestro, que procede del latín magister, define una figura con ribetes de gran autoridad y respeto, referente y modelo de estudiantes y cuya imagen debe ir adornada de atributos que el estudiante admire. Salvando las diferencias semánticas, se utilizan indistintamente profesor y maestro para señalar al profesional de la enseñanza. Entre las sutilezas criollas está, el denominar maestros a los de educación básica e inicial y profesores a los de bachillerato y educación superior. Los maestros nos marcan en todas las etapas del proceso educativo, sobre todo cuando apenas salimos de la protección del hogar, y chocamos con esas criaturas excelsas que nos enseñan con amor. Si cierto es que la educación del hogar no se enseña en las escuelas como materia, no existe maestro que, en ese afán de trasmitir conocimiento, no aporte de manera puntual en la formación integral de los sus alumnos. Involucrado en una escuela semi rural que auspicio en Constanza, he trabajado con verdaderos titanes, héroes de la educación pública que, con escasísimos recursos, pero enorme voluntad, echan adelante a generaciones de alumnos con una descomunal base carencial de mil aspectos. Tuve la suerte de asistir a una escuela de vanguardia donde había sillas para zurdos, castigados por una sociedad de derechos, a torcerse “ma que un gancho e’ropa” en un pupitre buscando acomodarse. Esto, como simple ejemplo de lo que significaban las condiciones individuales. Perdí el miedo escénico en el proceso de las “Asambleas”, “veladas” con actuaciones infantiles y juveniles. El deporte y la socialización eran parte integral de esa enseñanza adonde aprendí a bailar merengue, mangulina y carabiné, como parte del programa, a más de toda la carga curricular e inglés. Conservo hermosísimos recuerdos de maestros que influyeron de manera muy positiva en mi vida; que me enseñaron a razonar y defender mis criterios; a respetar a los demás en sus condiciones individuales y a canalizar mis energías hacia lo positivo. Siempre hubo una maestra o un maestro que, con respeto a una criatura, fue capaz de mostrar caminos más anchos para el pensamiento, aun con la estrechez propia de la dictadura. Hoy expreso el mayor de los respetos por esos maestros capaces de colocarse por encima de la mediocridad de sus ambientes con padres que entienden que apoyando sinvergüencerías, hasta recurrir a tribunales, ayudan a sus hijos. La minimización de la autoridad del educador se convierte en la herramienta más efectiva contra el respeto y la educación en valores.

Posted in OpinionesEtiquetas

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas