Cuántas cosas han pasado, cuántas cosas han cambiado. Cuántas lecciones he aprendido y cuántas me faltan por aprender. Algunas me niego a aprenderlas.

Aprendí a seguir adelante, casi sin voluntad. Aprendí que las lágrimas son inagotables, pues, por muchas que derrames, siempre estarán allí para brotar incontenibles ante el más mínimo dolor del alma.

Aprendí el sentido completo de la más profunda tristeza. Aprendí a llorar en medio de una sonrisa y a reír ocultando una lágrima.
Este tiempo me enseñó que aquello que logramos, lo más anhelado, carece de valor si cuando lo alcanzas, no están contigo todas las personas que amas.

En este tiempo me he dado cuenta de todo aquello de lo que puedo ser capaz, pero mi fuerza y valor desfallecen cuando busco y no encuentro tu sonrisa de orgullo y satisfacción por mis logros.
Aún no aprendo a vivir sin ti, esa es de las lecciones que me niego a aprender. No quiero.

Me haces falta, te extraño, te amo.
Vivo, es verdad. He seguido
adelante, pero no existe un solo, de estos casi 1095 días (un poco más, un poco menos), en que no te recuerde.
Me duele tanto tu ausencia,
casi tanto como me hizo feliz tu
presencia, tu amor, tu ternura.

Tres años después, sigues aquí, dentro de mí, en mis pensamientos, en mi corazón, donde reinará para siempre el inmenso amor que nos mantendrá unidos más allá de la vida. Un lazo que logró burlar a la muerte. De todo cuanto he aprendido, nada más contundente y cierto es que, en verdad, el ser humano puede superarlo todo, aun a pesar de sí mismo.

Es tal su fortaleza, que no existe nada que pueda vencerlo, aun cuando las fuerzas y las esperanzas le han abandonado, cuando muchas veces ha decidido quedarse inmóvil a la espera de ser arrastrado por la corriente… Pero también aprendí de la tremenda fuerza del amor. De cómo se vuelve indestructible cuando se anida en el alma. Sentí y pude ver al amor romper los límites con que muchas veces los humanos tratamos de aprisionarlo, lo vi romper fuertes cadenas. Por eso, hoy sé, que solo muere aquel que no tiene quien lo ame. Nuestro cuerpo está destinado a envejecer y morir, pero mientras una sola persona nos ame y nos extrañe, mientras ese alguien no nos olvide, seguiremos viviendo.

Posted in Mi TiempoEtiquetas

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas