La semana pasada el mundo fue testigo de lo que verdaderamente fueron dos milagros futbolísticamente. La prensa no habla de otra cosa que no sea de como dos clubes se impusieron a los azares del destino y ahora figuran como los dos finalistas de la competición de clubes más prestigiosa del mundo, estos son Liverpool y Tottenham, la anhelada final inglesa.

Son dos equipos que real y fundamentalmente tenían madera para hacer lo que hicieron. El Tottenham es un uno de los tres grandes equipos de Londres. Es su primera vez llegando a instancias de final del torneo continental, pero ciertamente es un equipo de presencia histórica y potencia.

Tiene una gran estructura defensiva con el arquero Hugo Lloris y una ofensiva que encuentra su centro en personajes versátiles y de juego fresco como Dele Alli, Moura, Son o el delantero insignia de la selección inglesa, Harry Kane y Eriksen.

Este Tottenham es como un puño rápido de un boxeador inteligente que golpea en los momentos oportunos. En semifinales y en cuartos pasó por diferencia en goles de visitante pero eso no existe en una final, esto es muerte súbita, y el Liverpool viene de realizar un milagro no menos grande que el orquestado por Pochettino a domicilio, en el Amsterdam Arena.

Además de cualquier arma que pueda tener Klopp la mejor es la de la experiencia, habiendo sido finalista el año pasado, donde perdió en una final sin Salah, su arma letal que está en plena forma para esta edición.

El Liverpool tiene un equipo flamante y quizás el mejor tridente ofensivo actualmente, un juego mixto agresivo con ofensivas exquisitas y depuradas que con hombres como Matip o Alexander-Arnold proporcionan balance y complemento. Las estadísticas dan como ganador al Liverpool pero así mismo daban por vencedor al Barcelona. Mientras tanto, reflexión durante el mes de previa.

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