La lógica de tener dos orejas (Para ser haladas)

En Latinoamérica prevalece una ideología cuyos “principios” son asumidos como verdades incontestables, aceptadas sin discutir. Una de estas creencias plantea que la verdadera soberanía consiste en plantar cara al poder “hegemónico.”

En Latinoamérica prevalece una ideología cuyos “principios” son asumidos como verdades incontestables, aceptadas sin discutir. Una de estas creencias plantea que la verdadera soberanía consiste en plantar cara al poder “hegemónico.” Siendo así, el régimen de Maduro proclama su independencia y denuncia el bloqueo y los ataques “cibernéticos” norte-americanos.

Analicemos este asunto dejando las ideologías a un lado. Las relaciones internacionales de hoy como las de antaño están condicionadas por la disparidad de poder entre estados que tienen un territorio, población, y una capacidad económica y militar muy superior a la de países pequeños y medianos. ¿Siendo así, cuales son las consecuencias de plantar cara? Tomemos el ejemplo de la Rusia de Vladimir Putin y las repúblicas de Georgia y Ucrania. Georgia terminó derrotada, humillada y perdiendo el 20 por ciento de su territorio, luego de iniciar un conflicto bélico con Rusia. El intento de Ucrania de participar en la Unión Europea e integrarse eventualmente a la OTAN la llevó a perder irreversiblemente la península de Crimea y sufrir las consecuencias de un conflicto “congelado” en la región del Dombass, con una población que simpatiza por razones culturales e históricas con Rusia.

De esta manera, el desafío de una nación débil a una mTs fuerte tiene un alto costo. En realidad, los resultados tienden a ser desastrosos. Entonces, cabe preguntarnos, ¿si este va a ser el desenlace, qué sentido tiene seguir por ese camino? Aún más importante, la única manera de mantener semejante desafío es dependiendo aún más del apoyo de otras naciones poderosas. Es un asunto muy humano, ya que tenemos dos orejas, nuestro intento de que no nos halen una, nos coloca en una posición de que nos halen las dos.

De ninguna manera proponemos someternos y renunciar a nuestra libertad. Lo que planteamos es que los gobernantes deben manejar sus relaciones con países más poderosos con realismo y, sobre todo, con prudencia. Aún más, lo importante para un nación pequeña consiste en ensanchar su margen de libertad para actuar. Para ello es necesario seguir ciertas reglas. Primero, no endeudarse imprudentemente, para evitar la tutela del FMI y de los países poderosos. Asimismo, si un estado pequeño busca conservar un buen margen de libertad debe desarrollar instituciones políticas fuertes y transparentes. No basta con hablar duro. Las cuentas bancarias ocultas en paraísos fiscales están bajo la mirada y control de los poderosos. Finalmente, la libertad se logra con una población muy bien educada, que pueda desarrollar sus capacidades en un ambiente de libertad económica y política. En fin, nuestro ejemplo no debe ser Cuba, ni Venezuela, sino Dinamarca, y otros países pequeños que gozan de prestigio internacional por sus instituciones libres, transparentes y justas.

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