Las electrizantes mentiras del régimen de Maduro

El líder bolivariano consiguió acumular un nuevo record entre sus innumerables logros: presidió un apagón ininterrumpido que en muchas áreas de Venezuela duró 108 horas, como en Macaracuay, al este de Caracas.

El líder bolivariano consiguió acumular un nuevo record entre sus innumerables logros: presidió un apagón ininterrumpido que en muchas áreas de Venezuela duró 108 horas, como en Macaracuay, al este de Caracas. La falta de electricidad convirtió la sociedad venezolana en una completamente disfuncional. De acuerdo al periódico español El País, “El apagón ha desatado el colapso de otros servicios”, como el agua, el transporte público, las telecomunicaciones y “los hospitales operan con dificultades en un país a ciegas.”

La reacción del líder Bolivariano no se hizo esperar, denunciando un sabotaje en el mismísimo corazón de la central hidroeléctrica de Guri, que suple un 60 por ciento de la demanda del país. Pero dicha denuncia le hacía más daño que bien a su régimen. Pues semejante sabotaje implicaba que elementos que deberían actuar con inquebrantable lealtad se habían volteado y el régimen ya no estaba seguro, ni de su propia gente. Esto así, pues los pocos técnicos que trabajan y operan una instalación tan estratégica deberían estar escrupulosamente depurados.

Ante tal dislate, la justificación de lo ocurrido cambió a otra tan absurda, como cómica: el apagón lo causó el mismísimo senador Marco Rubio, desde la Florida. Después de tales intentos fallidos por explicar lo inexplicable, el gobierno venezolano dio con un argumento que repitió hasta el final de la crisis: El país había sido víctima de un ciber-ataque de parte del Imperialismo, en base a una tecnología fantástica que solo el Imperialismo posee.

Sin embargo, la explicación de lo ocurrido es más ordinaria, y común en América Latina. En marzo del 2016, María de los Ángeles Ramírez publicó un artículo investigativo cuyo título reza “Colapso de Guri: camino al apagón general.” La Sra. Ramírez narra en el 2016, hechos que nos parecen familiares: La operación abusiva, por lo ininterrumpida, de las turbinas de la central, aun cuando la cota de agua había bajado a niveles de riesgo para su operación. La sequía de ese año podía provocar “incendios cerca de las líneas de transmisión, que al subir la temperatura (de los conductores) dispara el sistema”. Había en ese momento cuatro turbinas fuera de servicio que debían generar 1,600 MW. Según un operador “Casi todas las unidades fuera de servicio son de larga data, en algunas es cosa de años”.
Pero lo que es peor, Venezuela cuenta con un parque termoeléctrico de 17, 500 MW (superior a los 16,900 MW generados por las hidroeléctricas), de los cuales solo 2,500 MW estaban en condiciones de generar, al momento de la salida de Guri. Lo más grave de todo, es que el régimen había declarado que habían gastado US$ 10,000 millones en el sector eléctrico venezolano. ¿Y, a donde fueron a parar semejante cantidad de recursos?

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