Algún libro de historia dominicana del siglo XX recoge foto de un hidrante emanando agua en Santo Domingo. Esa es estampa extinguida, quizá nonagenarios la vieron, pese a estas estructuras auxiliares contra fuego ser elementales en las modernas ciudades. Un reportaje de elCaribe esta semana resaltó la falta de hidrantes en la capital y Santiago, bajo la preocupación de las consecuencias de esto en caso de incendio. Los disponibles no sirven o -lo peor-, carecen de agua, pues nuestras ciudades no la tienen por la falta de planificación del desarrollo. Recurso vital cada vez más escaso, aplicamos soluciones individuales para obtener el agua: pozos, cisternas, bombas ladronas, etc., algo irregular e insostenible. Ni hidrantes ni agua, pero los políticos discursean de “modernidad”.

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